Al minuto

¿…Y dónde quedó el quiosco de Zacatlán?

 








Por.Xavier Gutiérrez.
Un vistazo a este hermoso rincón de la Sierra Norte de Puebla Lo dicho, Zacatlán siempre ofrece algo nuevo a los visitantes. Un brinco a esa bella ciudad, pueblo mágico enclavado en la Sierra Norte de Puebla, brinda al visitante algo, mucho de eso que alimenta a los sentidos y el espíritu de todo ser humano. Su paisaje y ambiente van en paquete. Con un poquito de suerte uno ve y disfruta cualquier día las cuatro estaciones del año en veinticuatro horas.



 Por supuesto, hay turistas exigentes que no están contentos con alguno de los climas que desfilan por la ciudad. No hay problema, si a alguien no le gusta la neblina, no tiene más que esperar una hora para disfrutar de un sol brillante, o saborear la lluviecita vespertina o nocturna caminando por las pintorescas y multicolores calles. Más del autor - México, país de (malos) profetas - Dos relatos de muertos -


 El Dr. Salvador Calva, notable personaje Su clima satisface todos los gustos. Un amanecer frío impone un chocolate caliente o café de olla con el único pan de queso que caracteriza a este gran pueblo. Claro, hay pequeños lujos novedosos para uno: hay un pan que se llama “Bendición” que elabora una de las aproximadamente 30 panaderías del lugar. Es una especie de concha larga, como de unos cuarenta centímetros, con un ligero relleno de requesón… una auténtica delicia, de la mano del riguroso café.



 Claro, habrá quien prefiera después de una suculenta comida una copa de anís con toronjil, ¡extraordinario! Pero hay cosas que no figuran en el inventario, y sin embargo están ahí como una característica singular de una tierra como estas. 



Nos referimos a los pequeños círculos de concurrentes habituales a los cafés o restaurantes. Personajes parte de la escenografía pueblerina, que son el toque humano que uno busca en estos bellos rincones encaramados en la sierra. Javier del Valle es uno de ellos. Empresario restaurantero (Hotel Zacatlán, a una calle del zócalo) exdirector de Turismo municipal y zacateco de bonhomía, experiencia y amor a su tierra. Genuino representante de las viejas familias del lugar, su charla y saberes acumulados en materia turística son un deleite. 



 Pero más que eso, deja huella de su generosidad con su tierra y su gente, siente el servicio social como un compromiso honesto y posee experiencias para comentar y aconsejar a los hombres públicos, inversionistas, visitantes y a quien acuda a él en busca de consejo.

 Cerca de su negocio se acaba de abrir otro, que le apuesta al gran turismo exigente de un sitio tranquilo, comodísimo y bello. Nos referimos al Hotel Boutique Ángeles. Es una casona de belleza extraordinaria convertida en hotel (lo atienden personalmente Tere y su esposo Celso, Calle Benito Juárez número 15).


 Cada habitación tiene un sello único, combinación perfecta de maderas, muebles, rincones, pasillos, un placer a donde se dirija la vista. Cuando uno aprecia un inmueble como este, la conclusión es que esta clase de inversionistas que aman a su tierra y arriesgan por ella, merecen tener éxito. El tip completo: está a unos doscientos metros del zócalo, pero más parece próximo al cielo.

 Su teléfono: 7971538603. En esa misma calle, 200 metros al norte, está un excelente placer en forma de restaurante, nos referimos a “La cabaña del Coronel”, de don Emilio. Su cocina es variada y rica como toda la de Zacatlán, pero son inolvidables su caldo o sopa de habas y por supuesto las carnes ahumadas.

 El secreto de estas es la variedad de maderas frutales en forma de leña que se emplea en su confección… ¡para chuparse los dedos! Por la tarde noche, en el centro se impone un rincón para tomar un café o una copa, y ahí está el “Agave”, propiedad de Alfredo Figueroa. Este lugar ofrece pulque, mezcal y cocina variada. Su mostrador y mobiliario de tienda antigua, parece realmente un retablo con sabor a viejo que invita a pasar y pedir mucho de lo que ahí se ofrece. Una frase de su publicidad redondea la recomendación de este templo de la convivencia y “conbebencia”:


 “Soy hijo de buenos padres y me crié entre los magueyes, yo siempre tomo buen pulque y no agua como los bueyes…” Existen en el centro zacateco nuevos cafés y restaurantes, hoteles y hospederías, en la periferia cabañas y atractivos naturales sin fin. Ahí como quien no quiere la cosa, aparte de su propia corriente turística de todo el año, en esta temporada de octubre a diciembre Zacatlán capta los miles de visitantes que llegan al pueblo vecino de Chignahuapan, también pueblo mágico, atraídos por la compra de esferas. Hay algunos detalles que el visitante observa y de los que debieran tomar nota las autoridades: 

¿Dónde está el quiosco… quién se llevó el quiosco del zócalo? Sin ser exactamente una gran belleza arquitectónica, era pieza fundamental de la Plaza de Armas. 


El inexplicable retiro se justificaría si para sustituirlo instalan otro de superior calidad en todos sentidos. Hay sitios, construcciones o lugares en las ciudades del mundo, que si bien pueden no ser un detalle de arte de valor universal unánimemente reconocido, si tienen un sentido icónico que enorgullece a sus pueblos, como “Caminito” o el Café Tortoni en Buenos Aires, 


“La Bodeguita del Medio”, en La Habana; el Callejón de Los Sapos, en Puebla; el Café La Parroquia, en Veracruz y mil sitios más. El otro detalle es la limpieza. Esta vez nos pareció que Zacatlán ha perdido calidad que en este aspecto la caracterizó hace dos o tres años. No se pretende la pulcritud urbana que ha llevado a Orizaba a ganar 

La Escoba de Oro como distintivo mundial que hoy ostenta, aunque… ¿por qué no imitar lo bueno de otras ciudades? Varias calles y los atrios de los templos céntricos ofrecían un panorama lamentable con basura por todos lados en este reciente recorrido que hicimos.

 Cuidar aspectos como este no es cosa del otro mundo. Se requiere, entre otras cosas, como nos decía un destacado zacateco, ante todo ser incluyente en el más amplio sentido del término a la hora de gobernar, tener un programa, respetar estrictamente los reglamentos, actuar con sentido ejecutivo DIARIAMENTE para revisar que toda instrucción se cumpla y, medir, evaluar, ya se sabe que lo que no se mide no se puede mejorar. 

 Y ya si de pasadita prohíben, corrigen o regulan el volumen de los cantantes que “amenizan” por las tardes dos de los céntricos cafés de este hermoso pueblo mágico, un enorme favor le harían a la cultura de sus habitantes…y al tímpano de los sufridos turistas que por ahí deambulan. ¡Un saludo afectuoso a todos nuestros amigos zacatecos!

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