José Roberto Fuentes López.
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El resultado de las transformaciones, las acciones y sus consecuencias, conducen a la sociedad en general, a tomar su decisión para impulsarlas o rechazarlas; las cuales en la mayoría de los casos se realizan a través de manifestaciones utilizando el espacio público.
Claro es que para países menos desarrollados existen compromisos universales que permitan dar a sus habitantes, un lugar central en el proceso de desarrollo. Situación que se vio reflejada en el primer compromiso del Programa de Bruselas, el cual insta a “fomentar un marco normativo centrado en el ser humano”.
La sociedad civil desempeña una función fundamental como representante del ciudadano común y de la expresión de sus necesidades y aspiraciones.
Cuando son atendidas por la autoridad gubernamental, terminan plasmadas en políticas públicas; contrariamente, cuando la autoridad hace caso omiso de ellas, se recurre a la movilización como una medida central para resaltar la demanda social.
Por ello la sociedad civil no sólo es importante para defender las necesidades de las personas, sino para hacer que los gobiernos rindan cuentas y asuman el cumplimiento de sus compromisos.
Al respecto en México, la denominada transformación de la 4T, que tanto alardea el presidente López Obrador y sus seguidores, viene siendo casi una réplica de la Revolución Cultural de Mao, “transformar la cultura de la sociedad mediante el adoctrinamiento, la represión y la eliminación de sus opositores políticos, para reconstruir su imagen luego de que sus políticas provocaron una hambruna que causó la muerte de 30 millones de personas”.
En nuestro país se vislumbra un escenario, donde se pretende instaurar el autoritarismo; o hacer del absolutismo y la tiranía el nuevo modelo para gobernar.
La estrategia de polarización del presidente Obrador le ha funcionado para hacer política. Sin embargo, el pasado 13 de noviembre quedo demostrado que hay un parteaguas en el país.
La defensa del INE ante la amenaza regresiva del régimen logró la cohesión de grupos anteriormente desarticulados y de mover la conciencia de la sociedad civil, ese quiebre nacional es más poderoso ante el actuar demoledor del jefe del Estado mexicano.
La reacción del presidente López Obrador, comprueba que, la estrategia que tiene para no perder el poder es profundizar en la descalificación y la división nacional; esta manifestación demostró que la sociedad no esta dispuesta a que se toque al INE y se siga destruyendo al país.
Tal vez el presidente Obrador no se da cuenta a no quiere asumir que a pesar de su alta aprobación porque lo consideran un gobernante con buenas intenciones, los mexicanos no aprueban sus decisiones, ocurrencias o políticas en infraestructura, seguridad, educación, salud, economía, etc.
El éxito de la movilización fue cubierto en diversos medios de comunicación, nacionales, locales y la prensa extranjera “WSJ, Reuters, CNN, AP, Washington Post, Bloomberg y France24, entre otros. En redes sociales la conversación sobre la marcha ha tenido un alcance de 170 millones de personas y un sentimiento de 69% en favor de ésta, según la herramienta digital Xpectus. Algo muy destacable y que da cuenta de que los críticos a la 4T ganaron también las redes digitales”.
Para López Obrador los que nos sumamos a esta marcha, somos mexicanos; que según el no representan al pueblo y además de insultarnos, ignorará las exigencias porque representamos una minoría de los votantes; provocando que ahora sea una norma el derecho de insultar desde la tribuna presidencial y que a través de decretos se siga desmantelando la vida institucional del país.
Sin embargo, el presidente ante la sumisión que le profesan puede disponer de cualquier ley secundaria. Y si no puede, por la necesidad de un cambio Constitucional, presiona y somete para tratar de conseguirlo. Por el bien de todos, los partidos de oposición y el partido gobernante entiendan el mensaje ciudadano.
Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com
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