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Cae una secta italiana que abusaba de menores y convertía a sus adeptas en esclavas sexuales


para mostrarles un "mundo mágico".

La organización, compuesta principalmente por mujeres y liderada por un hombre de 77 años, operó durante unos 30 años en la provincia italiana de Novara y se extendió hasta Milán y Pavía.

Actividades de la secta desmantelada
Facebook / Polizia di Stato
La Policía italiana ha anunciado este lunes que ha desmantelado una "poderosa" secta sospechosa de organizar la esclavitud sexual y abusar de menores de edad desde su fundación en los años 1980. El líder de la organización con sede en la provincia de Novara, de 77 años, conocido como 'el Doctor', lo decidía todo en la vida de las adeptas, según contó una de las víctimas.

El grupo sectario utilizaba a psicólogos profesionales leales que aprovechaban la fragilidad emocional de las "presas", generalmente chicas jóvenes, incluso adolescentes o niñas, para adoctrinarlas y someterlas a un verdadero lavado de cerebro hasta tal punto que poco a poco se mostraban cada vez más abiertas a la filosofía y las prácticas sexuales de la entidad, a menudo extremas y dolorosas, sin cuestionar la violencia y abusos de todo tipo.

Cómo operaba la secta
A las "elegidas", o "bestias", como se llamaban entre sí, las introducían a la filosofía de la secta y luego comenzaban las "prácticas mágicas", entre ellas sexuales, que podrían compararse con verdaderas torturas, mediante las cuales se buscaba apagar "el yo pensante", "encender el fuego interior" y entrar en un "mundo mágico, fantástico y sumamente secreto".

La secta tenía una densa red de actividades comerciales relacionadas directamente con sus gerentes, como dos escuelas de baile o una escuela llamada Espada Celta, varias herboristerías, una tienda de artesanía e incluso una editorial, y a través de todos estos negocios podía reclutar a las jóvenes desprevenidas para adentrarlas en su mundo sectario.

La organización permaneció totalmente impenetrable para las autoridades durante más de 30 años y terminaba por absorber todos los aspectos de la vida de sus seguidoras, tanto en lo personal como en la cuestión de los estudios o la familia.

En la práctica, o bien los familiares se incorporaban a la secta sometiéndose a la voluntad de su líder o se les obligaba a las adeptas a cortar cualquier tipo de relación con ellos.

La formación, por su parte, casi siempre estaba vinculada con alguna de las actividades comerciales de la secta con el fin de hacer a las seguidoras —obligadas a pagar también las cuotas de membresía— depender de la entidad delictiva no solo a nivel emocional, sino también económico.RT

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