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Guillermo Deloya desapareció ante los priistas y la opinión pública

■ CUITLATLÁN.Por Fermín Alejandro García.

Está demostrado que en el PRI si puede haber un peor aspirante que José Antonio Meade Kuribreña, se llama Guillermo Deloya Cobián, quien luego de ser anunciado como precandidato a la alcaldía de Puebla, de ofrecer unas pocas entrevistas y participar en escasos actos públicos, ha desaparecido ente la opinión pública y la propia militancia priista.

El problema con Guillermo Deloya es que es un político sin arraigo en la militancia del PRI y con un pírrico nivel de identificación en el electorado en general, pues se estima que su índice de conocimiento es inferior a 15 por ciento. Sin contar que tiene como principal negativo el ser un personaje que perteneció al primer círculo de confianza del ex gobernador Mario Marín Torres, el actor más vilipendiado de la política local.

Deloya tendría que estar aprovechando todas las coyunturas que están a la mano para remontar y lograr posicionarse en el conocimiento del electorado de la capital, mismo que se destaca porque la mitad de la población que vota en la ciudad de Puebla lo hace en función de la personalidad de los candidatos y no por la marca partidista.

La posición del priista contrasta severamente con el alto nivel de conocimiento, de popularidad y elevada intención del voto que tiene el panista Eduardo Rivera Pérez, no solamente porque ya fue alcalde de la capital, sino porque tuvo una buena aprobación como edil, porque es líder del panismo tradicional y aprovecha la coyuntura de su segunda postulación como candidato para hablar de su relación con el morenovallismo, situación que le permite estar constantemente en exposición ante las audiencias de los medios de comunicación.

Y también contrasta con la personalidad de Violeta Lagunes Viveros, quien seguramente será la candidata de Morena. La ex panista lleva siete años polemizando, enfrentándose, con el morenovallismo, y antes de ese desplegó campañas electorales en la capital y fue legisladora federal.

Ahora, con el reciente ataque misógino que sufrió Violeta Lagunes, la ex legisladora del albiazul ha logrado tener una exposición mediática permanente, que la ubica como la mejor opción de Morena para competir contra Eduardo Rivera Pérez por la alcaldía de la capital.

En cambio de Guillermo Deloya se ignora cómo piensa, si es crítico del morenovallismo, si rompió con su ex jefe Mario Marín Torres, si tiene noción de los problemas de Puebla, si sabe cuántas colonias tiene la capital. Muchos electores, dirigentes priistas y periodistas no saben ni siquiera cómo es su timbre de voz, si sonríe o es antipático.

¿A qué obedece esa actitud?

Entre los priistas hay tres hipótesis:

Primera: dentro del propio PRI hay alguien que no quiere que Enrique Doger Guerrero gane la gubernatura y para ello, le pusieron al peor aspirante a la alcaldía de la capital, que es donde se concentra 40 por ciento de la votación en el estado.

Es decir, Deloya es un ancla para que no crezca la opción del PRI, que de por si se encuentra hundida en un tercer lugar atrás de Morena y el PAN.

Segunda: Guillermo Deloya llegó a la nominación por una recomendación de Miguel Ángel Osorio Chong, el ex secretario de Gobernación y ex aspirante presidencial, pero al lograr la precandidatura, el priista poblano ha sido rebasado por las circunstancias y no sabe cómo trabajar para construir un proyecto electoral. Es decir, ha resultado ser un aspirante bisoño.

Tercera: quien fuera secretario particular de Mario Marín Torres, cuando fue gobernador, o mejor dicho “el gober precioso”, vino a Puebla a ser candidato para ser comparsa del morenovallismo.

Es decir que aplica la máxima de: “Se gana más perdiendo”.

Cualquiera que sea la explicación del errático comportamiento de Guillermo Deloya, lo cierto es que su precandidatura a sido un factor de desanimo, de frustración adelantada, entre las bases del tricolor de la capital.

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