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Sandino Bucio, alumno de la UNAM narra horas de terror



Sandino Bucio, el estudiante de la UNAM detenido por policías vestidos de civil sin prueba alguna, afirmó que ayer vivió las peores horas de su vida.

Éstas transcurrieron, dijo, entre su sometimiento y su puesta a disposición de la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO).

Frente a la Facultad de Filosofía y Letras, a la que pertenece, Sandino narró que en inmediaciones del metro Copilco, dos sujetos quisieron meterlo a un vehículo particular, pero al no lograrlo se sumaron otros dos.

Lo recostaron en el asiento trasero y sus piernas quedaron por fuera, por lo que se arrastraron mientras el auto avanzaba por Eje 10.

"Empezaron a revisar mi mochila. Me obligaron con una pistola en la cabeza para que dijera mis contraseñas de mis redes sociales", contó.

Entonces fue cuestionado por sus contactos, sin que le señalarán alguno en particular.

"Lo que alcancé a ver es que tomaron la ruta del Eje 10, luego Viaducto, Tlalpan, llegaron al Centro, tomaron Eje Central, pasamos por Bellas Artes y a media cuadra de la Alameda se detuvieron por media hora", contó.

Luego fue llevado cerca del Monumento a la Revolución, donde lo pasaron a una camioneta negra.

"Ahí se subió otro sujeto al que le decían "El Jefe', él fue el que más me golpeó el rostro.

"Me decía que me iba a violar, que me iba a desaparecer, que me iba a llevar a una bodega".

"El Jefe" le arrancó un pedazo de cabello, le apretó los testículos con las manos, lo amenazó con violarlo, y le exigió a Sandino que revelara dónde está la droga y las bombas o le iría mal.

"El momento donde más sentí miedo fue una parte que ellos decían que ya los estaba siguiendo una policía de la PGR y se tenían que ir en chinga.

"Entonces aceleraron el coche por varias cuadras y como que estaban huyendo de otro tipo de Policía", agregó.

Sandino comentó que escuchó que los sujetos hablaban constantemente por teléfono, aparentemente con sus jefes, quienes no se ponían de acuerdo a donde llevarlo.

En tanto, los sujetos monitoreaban lo que ocurría en redes sociales en torno a su detención.

"Vieron el video varias veces, y según ellos había sido un logro, entre ellos se chocaban las manos".

Al llegar a la SEIDO escuchó que les pidieron entrar lento, para no levantar sospechas.

Adentro, le limpiaron la sangre, lo peinaron, le cambiaron la playera ensangrentada.

"Me dijeron que si me preguntaban qué me había pasado que dijera que me había caído".

"El Jefe", que usaba una playera gris, se puso una chamarra de la Policía Federal.

Pasaron por un pasillo donde había una videocámara y el operador les decía cómo debían caminar.

"Me dijeron que yo era poca cosa para ellos, porque ya se habían enfrentado con un cártel y que le habían dado un susto a los Guerreros Unidos, que entonces desaparecer a un estudiante no era problema", recordó Sandino.

Hasta entonces se enteró de que lo acusaban de portar un explosivo, lo que según los policías detectaron durante un patrullaje de rutina.

También lo acusaron de que dentro del vehículo intentó encender una de las bombas.

"Lo cual es totalmente falso. Yo no tenía ninguno tipo de esos artículos en mi morral. Y nunca presentaron esas pruebas", acusó.

"Estas cuatro horas de terror que viví sí han sido las peores cuatro horas de mi vida, no sabía lo que iba a pasar conmigo".

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