Al minuto

¿Una vida es el costo de la represión?

¿Una vida es el costo de la represión?





Por Enrique Núñez

Aunque nunca es grato dar malas noticias, esta vez debo dar una de ellas, toda vez que una fuente confiable me reveló que las condiciones del niño que recibió el proyectil por parte de la Policía Estatal la semana pasada son severamente críticas y de pronóstico reservado.



De acuerdo con esta fuente, que estuvo presente en el quirófano durante la intervención que se le practicó al niño, éste sufrió pérdida de tejido óseo de bóveda craneana (perforación del cráneo), lesión de duramadre (cubierta del cerebro) y pérdida de masa encefálica de 7 a 8 centímetros cúbicos, con un pronóstico de "muy grave".



Para quienes —como este columnista— no están familiarizados con los términos médicos, debo puntualizar que el niño fue intervenido por las lesiones que recibió por el impacto de un proyectil en la cabeza, el cual provocó la perforación del cráneo hasta afectar la duramadre y provocar la pérdida de masa encefálica.



Tras la operación, que se prolongó hasta las tres de la mañana, resulta imposible para los propios médicos diagnosticar si el niño salvará la vida, al igual que determinar las secuelas que pudiera tener en caso de una eventual recuperación de la conciencia.



Aún para quienes no tenemos elementos médicos, nos queda claro que la pérdida de 8 centímetros cúbicos de masa encefálica coloca al paciente en una situación de extrema gravedad.



Por supuesto, todos esperamos que se dé el milagro de que el niño recupere la conciencia sin que existan secuelas que le impidan hacer su vida normal, pero desgraciadamente las circunstancias marcan un pronóstico nada favorable.



Lamentablemente, desde Casa Puebla se ha dado la orden de convertir el hospital en un búnker de guerra donde todo es hermetismo y tensión.



Por obvias razones nadie puede confiar en la información oficial que se da a conocer por parte del gobierno del estado, el cual ha ejercido todo tipo de presión para evitar que crezca este escándalo que tiene sumido al gobernador Moreno Valle en su peor crisis desde su llegada al poder.



La represión del gobierno morenovallista fue creciendo sin control hasta provocar que hoy un niño se debata entre la vida y la muerte.



La hemeroteca de Intolerancia Diario sirve de testigo de los innumerables actos de represión que han marcado a este gobierno. Nuestro rotativo ha dado cuenta de la creciente ola de autoritarismo vaticinando una tragedia como la que hoy tiene consternada a la sociedad poblana.



Desde los tiempos de Ardelio Vargas en la Secretaría de Seguridad Pública hasta los tiempos actuales del inefable Facundo Rosas en esa misma dependencia, Intolerancia Diario ha reseñado los excesos de poder con los que han intentado callar a los grupos inconformes.



Lamentablemente, la soberbia no les permitió darse cuenta de que estaban rebasando los límites y terminaron provocando este drama entre la familia de este pequeño.



Hoy el gobierno morenovallista está más preocupado en demostrar que no se utilizaron balas de goma, antes que investigar y castigar a quienes ordenaron esta agresión.



¿Qué demonios importa si la lesión de este niño fue con bala de goma o con un proyectil explosivo o por una granada de humo, cuando el video demuestra que fue la policía la que lo agredió y que hoy el niño está muriéndose?



Lamentablemente, el grueso de los medios locales está más preocupado en justificar las acciones represoras del gobierno en lugar de exigir que se haga justicia y se castigue a quien agredió a este niño.



Dicen que la culpa es de la familia del pequeño, por haberlo llevado a la manifestación.



¿Pues en dónde carambas querían que lo dejaran, en una ludoteca?



Si no iban a una guerra, sólo querían que les devolvieran el Registro Civil.



Pero trataron como criminales peligrosos a los que sólo con gases lacrimógenos, balas de goma y proyectiles podían detener.



Evidentemente, la orden de la agresión policiaca no fue una ocurrencia de quien estaba al frente del operativo, esa orden vino de arriba, de muy arriba, en donde sólo se escucha la voz del Señor de los Cerros.

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