José Roberto Fuentes López.
Desde hace prácticamente tres décadas, el nuevo federalismo establecía una
relación entre las competencias y jurisdicciones municipal, estatal y federal para
multiplicar los beneficios del esfuerzo nacional.
Situación que determinaba la
participación social como sujeto activo de su propio desarrollo; el gobierno, en ese
marco se constituía como facilitador para encausar a la sociedad a participar de
manera dinámica en la promoción de sus demandas e intereses.
Actualmente, los brotes de ingobernabilidad se suscitan por falta de apoyos o de
tacto político, los vacíos de autoridad, que entre otras condiciones han permitido
ampliar los negocios ilícitos y otro tipo de problemas, han lesionado la estructura
social, debilitado al estado Mexicano; aunado a la falta de oportunidades, el
incremento en la delincuencia, la impunidad, etc.
En consecuencia, no se puede hablar de progreso cuando existe desigualdad y
exclusión, en medio de la ignorancia y las muertes evitables, tampoco la sociedad
puede prosperar ni vivir en paz con los niveles de inseguridad que nos afectan.
La actualización, más no la destrucción de las instituciones, debe fortalecer el
federalismo y el equilibrio de los poderes, estimulando el desarrollo económico,
para consolidar un verdadero estado de derecho, donde la ley establezca su
imperio, pero también se consolide la política social, donde la opulencia y la
miseria se moderen como lo vislumbro Morelos hace más de 200 años.
Los derechos sociales para los mexicanos deben ser una condición básica para
avanzar hacia el país que todos anhelamos, no basta que dichos derechos se
enuncien en la constitución, debemos avanzar y hacerlos exigibles.
La agenda actual del país debe partir de ese reconocimiento y, poner en el centro
de su eje la lucha contra la desigualdad, la pobreza, la exclusión, y la ignorancia;
ningún proyecto es viable, si no mejoran las condiciones de vida de la población.
Difícilmente podremos avanzar si no damos la debida prioridad a la educación;
pues la actual sociedad del conocimiento está transformando a las sociedades
José Roberto Fuentes López
industriales en sociedades basadas en el conocimiento y la innovación, lo cual
implica orientar la inversión en estos rubros.
Así, la nueva historia, debe ampliarse más no experimentarse, la cultura
democrática, debe construirse con proyectos sólidos, no con la polarización, o
apostando a campañas sucias
. El compromiso es edificar la gobernabilidad, la
cual permita tener estabilidad social y acceso a mejores oportunidades.
Los actuales acontecimientos obligan a replantearnos: ¿Cuánto más debemos
soportar el crimen organizado?, ¿cuáles serán sus efectos nocivos? ¿cuánto
durará y cómo lo enfrentaremos?
El crimen organizado no surge de la
espontaneidad, se consolida y crece por la complacencia de los gobernantes,
quienes quedan altamente expuesto a la corrupción.
La crisis de inseguridad, corrupción, violación a las garantías individuales, da
síntomas de que México está transitando hacia un Estado debilitado, con una
sociedad enfrentada, dividida entre la pobreza, desesperanza y con un modelo
social – educativo que lesiona la inteligencia de la mayoría de la población.
Ello vulnera la confianza ciudadana ante cualquier eventualidad, sea ésta de
índole política o económica. Y eso es lo que nos ha sucedido en los últimos
tiempos de cara a los acontecimientos de corrupción que han sacudido a la
nación.
El capital con que debe contar un gobierno frente a sus gobernados se
llama “confianza”, tanto en el ámbito interno como en el entorno internacional.
La descomposición social avanza por la ruptura de su tejido, y no parece haber
políticas encaminadas a evitarlo.
En suma, los problemas históricos, no tendrán solución si seguimos por el mismo
camino, si no se efectúan reformas de fondo; si no se ponen en práctica políticas
alternativas, si no se imagina y traza un nuevo proyecto que incluya a la totalidad
de la población nacional y se proponga en serio erradicar la corrupción.
Sus comentarios. jrobertofl2021@outlook.com
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