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DELITOS SIN DELINCUENTES

 





 Fernando Vázquez Rigada.

  La política criminal de abrazos, no balazos, ha terminado. Eso es una buena noticia. No hay duda de que el Estado golpea a organizaciones criminales. Pero falta desmantelar el escudo de protección que protege al crimen y promueve la impunidad. Esa es, ni dudarlo, no una decisión policiaca, sino política. Complejo dilema, que puede trastocar la frágil gobernabilidad que sostiene la convivencia en la república y hacer implosionar al partido en el poder. Los datos no dejan lugar a dudas: en las últimas semanas se han decomisado alrededor de 48 millones de litros de huachicol.

 Mover esas cantidades por toda la república requiere de una logística, equipo, personal, almacenes y empresas que operen la importación, distribución y venta. Y también una dura conexión con el Estado para protegerla.

 La red institucional de protección lo abarca todo: puertos, aduanas, carreteras, refinerías, ductos, gasolineras. Nadie ve nada.

 El número de detenidos no corresponde a la magnitud de la empresa de contrabando y venta de combustible ilegal. Los detenidos han sido pocos, de bajo nivel, y ninguno que haya sido autoridad. Por esa sólida amalgama, Estados Unidos impuso un arancel del 30% a nuestras exportaciones.

 La presidenta tiene una decisión difícil en sus manos. O cercena las redes de complicidad de los suyos o enfrentará una larga agonía sexenal. Tocar los intereses de su partido puede llevar a la desestabilización y al desmoronamiento interno. No hacerlo, a la bancarrota nacional y al desprestigio mundial. La aplicación de la ley no puede circunscribirse a hacer decomisos. Ya sabemos el crimen. Falta el castigo. @fvazquezrig

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