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Poesía, teogonía y sexualidad




SABERSINFIN .Abel Pérez Rojas.

  Entre los siglos VIII y VII a. C., Hesíodo, gran poeta de la Antigua Grecia —considerado entre los primeros filósofos griegos— escribió La Teogonía, una obra compuesta por cuarenta manuscritos que integran diversos géneros poéticos preexistentes.

 En La Teogonía, Hesíodo aborda el origen del cosmos y el árbol genealógico de los dioses griegos. En su obra se aprecian los mitos sucesorios, elemento peculiar en el entramado de generaciones divinas. En esta misma línea lírica sobre el origen de los dioses y sus vínculos ascendentes y descendentes, centurias después, destaca también la Edda poética o Edda mayor, también conocida como Edda de Sæmund, una colección de poemas que tratan la mitología escandinava, preservada en el Codex Regius del siglo XIII, aunque los poemas que allí se registran son muy anteriores.

 Existen igualmente obras de poesía teogónica en la Edad Moderna, como El Paraíso Perdido de John Milton, poema narrativo publicado en 1667, dividido en doce libros y compuesto por más de diez mil versos. El poema aborda la caída de Adán y Eva.

 En El matrimonio del cielo y el infierno, escrito por William Blake entre 1790 y 1793, el autor combina verso y prosa para tratar la profecía bíblica; por ello, su obra puede considerarse con ciertos rasgos teogónicos. Sirva este breve repaso para enmarcar el trabajo que viene desarrollando Salvador Calva Morales en dos obras que deben apreciarse bajo la luz de la literatura y poesía con rasgos teogónicos: Deidades y sexualidad. Un viaje a través del tiempo (UMA, 2025) y otra de próxima aparición cuyo título tentativo es Liturgia del éxtasis.

 Tomando como eje transversal la sexualidad, Calva Morales recopila la mitología de cuarenta deidades antiguas pertenecientes a diversas culturas de todo el mundo, como la azteca, muisca, afro-brasileña, armenia, nórdica, celta, hindú, egipcia, mesopotámica, romana, etrusca, griega, entre otras.

 Deidades y sexualidad va más allá de ser un simple compendio de artículos breves sobre personajes mitológicos, porque indaga en su naturaleza antropomórfica, dentro de una visión intercultural, y acompaña cada entrada con un poema dedicado anticipadamente a cada deidad. Por ejemplo, al abordar a Teicu, diosa azteca de la sexualidad, la fertilidad y el placer, Calva Morales le compone las siguientes estrofas: Diosa Teicu, nací de ti, de mi madre y mi padre en ti.   Y ahora caminas conmigo tomando de mi mano para mostrarme el camino. 

  Me guiaste por los senderos, pensando que yo sería uno de tus mejores guerreros.   He peleado, he defendido el derecho al placer. Tu mandato en mis venas arde, con cada latido, con cada fuego que enciendo al atardecer. O cuando analiza la naturaleza sexual de Shiva, Calva Morales le escribe estos versos que son solo parte de un poema más extenso: Quiero ofrendarte mis encuentros, hacer del placer un rezo, canalizar mis sentidos, tocar lo divino a través de lo humano, hacer de este fuego, un fuego divino.   Dime tú, cómo he de parar este impulso, soy aprendiz de tus enseñanzas, pero me distraigo con las humedades, que se desprenden de mis musas. 

  Yo me entrego, Shiva, a tu fuerza, a tu sabiduría que fluye como un río. En tu luz todo se transforma, déjame permanecer a tu lado como discípulo.

 Lo interesante de este ejercicio de investigación y composición de Calva Morales es que, por una parte, recopila en prosa la genealogía de la deidad y la complementa con lírica que aborda la naturaleza de la misma.

 Pero el trabajo de poeta e investigador no se detuvo allí, pues, para dar mayor visibilidad a la lírica y al innegable ejercicio intercultural y antropomórfico, ha separado los poemas del texto original, ha ampliado el conjunto con diez composiciones adicionales para sumar cincuenta —característica habitual de sus poemarios—, y ha preparado un videopoema para cada pieza. 


Esta semana adelantó el primer videopoema (https://bit.ly/45pWY0y) del libro que se prepara, se trata del poema dedicado a Tlazoltéotl, la diosa azteca de la lujuria, los amores prohibidos, la fertilidad y el placer, conocida como “la comedora de suciedad”. Qué juego tan exquisito el tuyo, diosa Tlazoltéotl, que enciendes mis deseos y luego me haces pagar.   Me acusas de ser pecador, y yo me entrego en confesión, tengo las manos manchadas de dulce miel y pasión. 

  Diosa Tlazoltéotl, me incitas a cometer lujuria me juzgas por mis desvelos para luego perdonar mis travesuras… En síntesis, la amalgama de mitología, teogonía, interculturalidad, antropomorfismo y lírica que confluyen en estos dos libros es tan diversa que, al considerar la obra en su conjunto —tanto en su faceta de recopilación, como de composición poética y producción multimedia—, puede calificarse como un ejercicio singular, coherente con una tradición indagatoria ancestral y sostenido en el propósito del autor de profundizar en el conocimiento de la sexualidad humana.

 Al mismo tiempo, es una obra íntima, al acercar estos temas al lector desde la experiencia personal de las vivencias amorosas. Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta

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