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Omar García Harfuch, el seguro personal y político de Claudia Sheinbaum




Por. José Luis Camacho Acevedo 


 Los ataques que ha sufrido el titular de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, son ataques que pegan en la línea de flotación de la nave que conduce, en medio de una tormenta heredada, Claudia Sheinbaum. Mucho se comenta que hay inconformidad entre los titulares de las fuerzas armadas por que la figura preponderante en ciertos operativos de Omar García Harfuch, las pone bajo las órdenes de un civil. 


 La verdad es que eso es algo que tiene una plena justificación política. La presidenta Sheinbaum tiene todo el derecho de decidir quién es el personaje de su mayor confianza.


 Tanto en lo personal como en lo político. Recordando los pasados sexenios encontramos que Miguel de la Madrid tuvo como su hombre de confianza a Manuel Barttlet en lo político. 

En lo personal su amigo era Ramón Aguirre. Carlos Salinas tuvo como su gran operador político a Don Fernando Gutiérrez Barrios. Pero el personaje con mayor cercanía política fue en su sexenio José Córdoba Montoya. Zedillo confió política y operativamente en Liébano Saénz. Zedillo fue un presidente cuasi solitario. No se puede hablar de un miembro de su gabinete que fuera lo que, en su momento, representó para Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray. Vicente Fox depositó su confianza política y su personal afecto en Marta Sahagún. Felipe Calderón tuvo una extraña maldición. Murieron cumpliendo su tarea sus secretarios de gobernación Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora. Calderón tampoco tuvo un amigo cercano dentro de su gabinete. Su consejera fue su esposa Margarita Zavala. Peña Nieto, como mencionamos, tuvo su sucesor in péctore a Luis Videgaray. 


Pero el fenómeno del rechazo popular a una forma de gobierno evidentemente desgastada que funcionó a favor de un cambio encarnado en López Obrador, frustró esa estrategia sucesoria. Operativamente Peña Nieto confió en Aurelio Nuño. 


 Y López Obrador, en su ensimismamiento de convertirse en personaje de la historia, ofició prácticamente solo, políticamente, todo su sexenio. Tuvo amigos cercanos en su gabinete. Pero ninguno lo fue tanto como para actuar como consejero. Y ahora Claudia Sheinbaum asume la presidencia en un país acosada por Donald Trump en el tema de que en México existe un narco-gobierno.

 Para demostrar, sin subordinarse a Trump, que en su mandato se acabaron las prácticas de abiertas convivencias de políticos con capos del crimen organizado, Sheinbaum ha dado un giro en la materia. El operador y gente de confianza para cumplir con ese compromiso implícito ha sido Omar García Harfuch. 

 El último de la dinastía de encargados de la seguridad nacional (García Barragán y su padre García Paniagua) está respondiendo al delicado encargo. Muchos lo ven con amplias posibilidades para la sucesión del 2030. Ayer ante legisladores, 

García Harfuch demostró que está cumpliendo cabalmente con su difícil tarea. Entre otras importantes afirmaciones dijo: “No por 11 detenidos de la guardia nacional, se va a contaminar los 133 mil elementos que diario trabajan a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional”, afirmó. El funcionario federal destacó la labor de la Guardia Nacional, al término de una reunión con la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) de la Cámara de Diputados, en la que detalló avances de la Estrategia Nacional de Seguridad. 


 Así las cosas, operativa y políticamente, se pueden aventurar ya escenarios futuros de García Harfuch. En el sistema político mexicano, hasta la fecha desde la época del general Cárdenas, los mandatarios, en el caso presente la presidenta, será quien defina el futuro político de México. Y García Harfuch, a pesar de las politiquerías que le han instrumentado, está claramente en ese escenario. Publicidad publicidad-lateral-detalle

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