José Roberto Fuentes López El pasado 12 de junio se conmemoró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil,
cuyo objetivo consiste en concientizar a la sociedad; la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) llega a 25 años de haber celebrado el convenio para erradicar
las peores formas de trabajo infantil y, al año 2020 lo ratificó universalmente.
Al respecto, “La OIT estima que 215 millones de niños están involucrados en
actividades económicas y, sumando a los que realizan tareas no económicas, la
proporción asciende a un total 306 millones de niños de los 518 millones entre 5 y
17 años, esto es, el 60% del total a nivel mundial”; la tendencia es alarmante.
Diversos países han aumentado las edades mínimas de los 15 años, según el
Convenio núm. 138. Como ejemplo, “para 2018, la edad mínima para el trabajo
estaba fijada en 16 años o más en 92 países, 119 países habían fijado la edad
mínima para el trabajo en 17 años o más, y 18 países habían fijado la edad
mínima para el trabajo en 18 años o más”.
Por su parte, la Organización de Naciones Unidas (ONU) señala, que a nivel
mundial el 50% de los trabajadores infantiles, “que oscilan entre los cinco y
catorce años, consumen alrededor del 100% de su tiempo trabajando. Y los
adolescentes de entre 15 y los 17 años, el gasto que realizan respecto de su
tiempo es de alrededor de un 70 por ciento.
Actualmente, el trabajo infantil
repercute tanto en el sector formal (empresas) como en el informal (trabajo
denominado popularmente callejero)”.
Ahora bien, con base en la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022,
estima, en México, se tiene 3,7 millones de niñas y niños en situación de trabajo
infantil; representa una tasa del 13,1% misma que se incrementó en 1,7 puntos
porcentuales más respecto a 2019.
Con lo cual se infiere, si una niña o niño trabaja ocasionalmente, puede caer en
deserción escolar, limitando el desarrollo de su vida, la convivencia con más niñas
y niños, poniendo en riesgo su salud e integridad física, debido a que a temprana
José Roberto Fuentes López
edad les imponen responsabilidades y, ser este el principal motivo que incremente
la pobreza.
Por tal razón, la reducción de la pobreza es el tema central de la agenda política,
pero sus estrategias no consideran dimensiones institucionales y políticas que son
fundamentales y que pueden ser tanto las causas de la pobreza y la desigualdad
como los obstáculos para su reducción.
Ya es tiempo de tomar en serio el desarrollo del país, hacer a un lado la
demagogia, el engaño y la mentira, razón por la cual los programas de desarrollo
social deben evaluarse con rigor científico para medir sus efectos a corto y
mediano plazo; cuantificar su efectividad, la continuidad, o sus ajustes, de esta
forma se gobernará con responsabilidad y de frente a la sociedad mexicana.
Estimado lector si de Usted dependiera corregir
¿La desigualdad? o ¿La
pobreza?, ¿cuál elegiría? Si opta por corregir la desigualdad, tiene que quitarle al
que le sobra para darle al que le falta (redistribuir riqueza). Si elige corregir la
pobreza, tiene que aumentar las capacidades productoras y productivas de los
pobres (crear riqueza). El problema de la pobreza, ¿se resuelva redistribuyendo
riqueza o creándola?. El reto, ¡que no es pequeño!, es que quienes tienen que
crearla son los pobres.
En consecuencia, corresponderá al Estado mexicano, instrumentar políticas
públicas mediante estrategias que combinen objetivos de desarrollo económico y
social que incrementen el involucramiento de los menos favorecidos.
Por tanto y en referencia al trabajo infantil motivo del presente análisis, sumado a
los grandes temas nacionales, solo resta señalar que la lucha cívica y política en
la democracia debe ser permanente. No se agota con los actos de un determinado
proceso electoral, ni debe manifestarse esporádicamente, cada determinado
número de años; es una actitud de espíritu que deba acompañar al Ser Humano
en todos los momentos de su vida cotidiana.
Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com
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