José Roberto Fuentes López. El pasado cinco de febrero se conmemoró un año más la vigencia de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; actualmente, representa el
documento legal desde 1917, donde se establecen los derechos y obligaciones
que nos rigen a los habitantes, ciudadanos y los gobernantes de nuestro país.
Aunque la vigencia de nuestra carta magna no ha logrado concretarse en hechos
tangibles, debemos tener presente que, las dos importantes Constituciones de
México fueron obra de revoluciones sociales y, los partidos triunfantes planteaban
un proyecto de nación, para mejorar la situación de la sociedad mexicana.
Durante toda esta vigencia, nuestra carta magna, ha sido reformada o modificada
en más de 700 ocasiones, en ellas los distintos gobiernos consideran que; estos
cambios obedecen a las circunstancias y a las nuevas condiciones en que se
desarrolla la vida de los mexicanos, en el entendido que, estas reformas se
realizan para la protección y vigencia de los derechos fundamentales.
Por tal motivo, debe enfatizarse que nuestras constituciones pasadas no
resultaron de pequeños grupos, sino de cambios profundos en la sociedad y
mediante el acuerdo entre fuerzas políticas que reconocían la importancia de la
transformación del país.
Lo cierto es que a pesar de que la situación actual es radicalmente distinta y, a
pesar de las innumerables reformas, nadie posee hoy un proyecto ideal de país
por el cual esté dispuesto a luchar hasta el final, como los partidarios del
liberalismo o el nacionalismo revolucionario.
Hoy sólo solo se plantean ideas cuyas líneas definitorias son difíciles de percibir,
no hay acuerdos ni consensos, mucho menos claridad en el pensamiento crítico,
político e ideológico; solo señalamientos que determina y propone el Ejecutivo
Federal, para que se ejecuten por el poder legislativo.
José Roberto Fuentes López
Lo cual hace pensar que solo se vislumbra una situación en la cual intereses del
pasado y el presente se entretejen en la gobernanza, para poder conservar los
privilegios y gozar de impunidad; razón por la cual, en muchos rubros, se viole de
manera frecuente nuestra carta magna.
Al respecto, el presidente López Obrador el pasado 5 de febrero, estableció un
planteamiento hipotético, vislumbrando la posibilidad de que los conservadores
regresen al poder y, por sus expresiones señalo que no confía en los gobiernos
que le sucedan, admitiendo que “a veces el pueblo se equivoca”.
En nuestro país lo verdaderamente urgente es plantear un esquema para
disminuir la inseguridad y la violencia, lo cual como en el caso de El Salvador con
el presidente Bukele, el pasado domingo 4 de febrero, los salvadoreños
agradecieron en las urnas la política de combatir a los criminales y a las bandas
delictivas, se reeligió obteniendo una votación de prácticamente más del 80%.
Este resultado demostró una aceptación social sin precedentes y, apostar por la
seguridad, los habitantes no solo la exigen, sino que la valoran y priorizan
.
Lamentablemente para algunas democracias y, como en la nuestra, la mayoría de
habitantes, se dejan seducir por promesas y no por la viabilidad de los proyectos.
Lo verdaderamente importante entre una gran diversidad de temas, es que los
mexicanos exijamos de nuestros gobiernos y legisladores en sus tres niveles,
incrementar la independencia de la Suprema Corte de Justicia, del tribunal
electoral y por supuesto de las instituciones autónomas; solo de esa manera se
fortalecerá la democracia y se avanzará en el manejo eficiente del presupuesto y
en la rendición de cuentas.
Debemos retomar el rumbo, aprender del pasado si, y de quienes lucharon por
dejarnos un mejor país; los cambios de los constitucionalistas apuntaban más al
futuro que al presente y el pasado. Ahora ¡son solo expresiones de ideales más
que compromiso, para el que el país se desarrolle de manera certera y en paz¡.
Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com
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