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Inicio de la colecistectomía laparoscópica en Puebla
Por Al Minuto • febrero 11, 2024 • Columnas • Comentarios : 0
SABERSINFIN. Abel Pérez Rojas .Hace treinta y cuatro años, en 1990, la ciencia médica se apoyó en la medicina
veterinaria para la investigación, capacitación y puesta en marcha en Puebla, con
repercusiones nacionales y latinoamericanas, de la colecistectomía
laparoscópica.
La colecistectomía laparoscópica es una técnica quirúrgica para extirpar la
vesícula –en ese entonces solo se circunscribía a ese órgano, ahora el método se
ha extendido a otros–, a través del laparoscopio, el cual es un instrumento
equipado con una pequeña cámara de video, iluminación, ducto de gas y canal de
trabajo.
Antes de finales de 1990, la colecistectomía laparoscópica no se empleaba ni se
le conocía en Puebla, excepto en textos especializados.
El uso de esta técnica es muy importante, pues permite salvar la vida de cientos
de personas a través de tres perforaciones muy pequeñas.
Ese es el contexto en el que el cirujano general y digestivo Luis G. Sánchez
Brito se da a la tarea de traer a Puebla esta nueva técnica, para ello, se capacitó
en Estados Unidos e inició las gestiones para la adquisición del equipo necesario.
En octubre de 1990, consiguió prestado un equipo para ser trasladado a la
capital poblana, y así, dar inicio con los protocolos respectivos, pues, es
obligatorio experimentar primero en especies animales, cubrir determinado
número de horas de capacitación y práctica, antes de poder intervenir a cualquier
persona.
Las primeras etapas del proceso estaban resueltas, pero era necesario encontrar
el lugar adecuado y el personal capacitado para poder ejecutar las prácticas en
animales.
Fue así como Sánchez Brito, después de semanas de periplo, porque acudió a
varias instancias sin respuesta favorable, estableció una alianza de colaboración
con el doctor Salvador Calva Morales, a través del Centro Universitario
Interamericano, hoy Hospital de Pequeñas Especies de la Universidad
Mesoamericana.
En noviembre y diciembre del año 1990, después de que había asistido a un
congreso de cirugía en Cuba, el doctor Sánchez Brito operó a veinte cerdos para
quitarles la vesícula con la técnica de laparoscopía en el hospital veterinario de
Salvador Calva.
El resultado fue muy exitoso.
En enero de 1991 un segundo grupo fue capacitado, más tarde, el quince de
febrero, se realizó el primer curso en Puebla, en el cual se enseñó a los primeros
doce cirujanos la técnica para poder extirpar la vesícula a través de laparoscopía;
también en las instalaciones facilitadas por el doctor Calva, pero ya con la
intención de un programa permanente de capacitación y entrenamiento para
cirujanos.
Fueron tan sólidas las bases que, por ocho años consecutivos se realizó la
formación y capacitación.
Otro hecho significativo fue que el quince de febrero de 1991 se operó una
paciente en el hospital Betania dentro del marco del curso, se usó señal de video
en vivo del quirófano al auditorio del hospital, a fin de que más médicos pudieran
seguir los pormenores del procedimiento.
La cirugía fue realizada por los médicos Thomas Szego (Brasil), Ligia Grau
(Ciudad de México) y Luis G. Sánchez Brito (Puebla), y así la historia cambió su
rumbo, siendo un hito y parteaguas de la cirugía en Puebla.
De ahí que, de acuerdo con la ficha de síntesis de trabajos de investigación del IX
Congreso Latinoamericano de Cirugía y XV Congreso Nacional de Cirugía
General, suscrita por el galeno Sánchez Brito y sus colegas, en calidad de
coautores, Enrique Ugarte,
José Luis Cordero e Isabel Moreno, de enero a
marzo de 1991, realizaron un estudio prospectivo controlado, utilizando veinte
cerdos sanos de doce semanas de edad, y con un peso de entre veinticinco y
treinta kilogramos.
Para llevar a cabo el acto quirúrgico con esta técnica, los veterinarios, bajo la
supervisión de Calva Morales, procedían a la preparación, anestesia general y
luego a la recuperación de los ejemplares porcinos.
En ese lapso intermedio, los médicos realizaban la actividad quirúrgica bajo la
supervisión del doctor Luis G. Sánchez Brito.
Fueron tiempos aquellos, dignos de un guion, de esos que tanto gustan en
Hollywood.
El tiempo pasó, la experiencia poblana se replicó en otras entidades y en otros
países de Latinoamérica, porque Sánchez Brito se convirtió en un referente
médico y Salvador, en un ejemplo a seguir de los puentes que se pueden
construir desde la veterinaria.
Escucho todo lo anterior mientras comparto los alimentos con Luis y Salvador,
quienes me platican los pormenores de cómo fue que sortearon cada uno de los
inconvenientes que se presentaron.
En un ambiente de camaradería me muestran fotocopias amarillentas, efecto de
los años, a la par de que me comparten que fue así como se estableció una cálida
amistad entre ambos.
Dice Luis: “visité varios consultorios, pero nadie quiso abrirnos las puertas para
llevar a cabo nuestras prácticas, hasta que charlé con Salvador y sin mayor
preámbulo, inmediatamente me dijo que sí, que él era un convencido de la
investigación científica y que contáramos con él para todo lo necesario”.
“Estaba muy distante de saber la experiencia que Salvador traía detrás, tiempo
después supe que él había efectuado estancias médicas con humanos mientras
realizó sus estudios en la Ciudad de México”, dice Sánchez Brito mientras
degusta una porción de tarta de manzana y café.
Calva Morales completa lo narrado: “por nuestra parte fueron jornadas de mucho
aprendizaje, nuestro equipo de trabajo y nuestros estudiantes tuvieron la
oportunidad de interactuar con personal médico altamente calificado, y ver de
cerca una línea de experimentación y capacitación muy novedosa en su tiempo”.
Ambos sonríen, recuerdan aquellos días y sus ojos les brillan de manera
diferente, no es la luz solar que penetra por el amplio ventanal, es el fuego del
saber y el conocimiento –que al igual que la lava del amor–, no se puede ocultar.
Apago la aplicación de grabación de voz, mientras nos traen la cuenta de lo
consumido, sé que en mis notas y en los bits de información llevo un trozo de la
historia médica humana y animal de Puebla.
Luis y Salvador se despiden con un fuerte abrazo, se les ve contentos, yo,
además, los veo satisfechos y con la conciencia en paz.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com
#abelperezrojaspoeta
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