Con aprecio a Edith Margarita M. y José Luis Navarro
El desarrollo humano, va ligado a un proceso de aprendizaje y de aplicación para mejorar la calidad de vida y, su eje de crecimiento se sustenta en la educación; siendo condición indispensable, aunque no suficiente, para el desarrollo económico, social y cultural.
Para que la educación pueda cumplir ese propósito, es necesario vincularla a políticas de desarrollo, considerando el tipo de sociedad que se quiere construir y, consecuentemente, determinar qué tipo de educación se debe promover. Para alcanzar la calidad de la educación, se deben definir políticas y estrategias, ejecutar reformas curriculares, revisar y actualizar contenidos y métodos de enseñanza; desarrollar propuestas para la formación y capacitación docente, didácticas especiales para el diseño y producción de materiales y, establecer sistemas de información sobre recursos institucionales, humanos y logísticos.
Por otra parte, democratizar la educación, o mejor conocida como educación de calidad para todos, representa un objetivo distante, puesto que la desigualdad de oportunidades que genera esta situación está íntimamente ligada a la problemática económico-social; la respuesta a estos desafíos, se han visto afectados, por ausencias o errores que parecen derivarse, entre otras causas, de insuficiente motivación y de analizar detenidamente los obstáculos que enfrentan.
La inversión en la educación básica dará rendimientos de corto y mediano plazo a nivel económico y social, sin embargo, la educación superior nos traerá como consecuencia la innovación tecnológica que los países requieren para salir del subdesarrollo e integrarse a la competencia del mercado global.
Por ello la universidad debe asumir su papel de líder y promotor de cambio en una sociedad que le reclama, su trabajo como fuente de conocimiento en el marco científico, económico y cultural; en la formación de profesionales que den solución creativa a problemas prácticos, en el corto, mediano y largo plazo. Partiendo de este apretado análisis, cobra importancia la autonomía universitaria, debido a que se logra para evitar posibles conflictos de orden político que atente contra la vida institucional y académica.
Y cuyo principal objetivo es brindar plena seguridad a los estudiantes y; mantener la relación Universidades Estado.
Con base en el documento del “Dr Jorge Carpizo (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: los antecedentes de la autonomía universitaria en México se ubican en el decreto número 2 del 5 de octubre de 1917 que reconoció algunos aspectos autonómicos a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y, el decreto número 106 de 1923 de la legislatura local en el caso de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. A la Universidad Nacional de México le fue reconocida su autonomía en la Ley Orgánica de 1929”.
Es precisamente este 10 de enero de 2023, cuando la Universidad Autónoma de San Luis Potosí celebró 100 años de autonomía.
Razón por la cual es de gran importancia reconocer a quienes durante toda su vida académica y durante un siglo de autonomía, han formado a universitarios comprometidos, al tiempo que han dado realce a las artes la cultura y a la investigación.
La autonomía universitaria es de gran trascendencia, cuando la criminalidad se ha extendido en prácticamente todo el territorio nacional y donde la delincuencia organizada viene reemplazado al Estado; el crimen está ganado terreno en el ámbito cultural.
Es precisamente ahí donde las universidades autónomas deben dar respuesta ante esta realidad social en la que nos encontramos inmersos. Para reducir la desigualdad, es necesario impulsar la variable de mayor peso, que es la educación, pues continua con un gran rezago, respecto a los indicadores mundiales.
En las aulas y particularmente en las universitarias se debe impulsar el talento estudiantil para tener la certeza de un mejor futuro; una población culta y mejor preparada trabajara por y para mejorar las condiciones generales del país. Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com
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