Al minuto

Sergio Salomón, tiempo de cocinar solo

 

El gobernador y su oportunidad histórica de dejar huella .


A sus 53 años, el nuevo gobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes, tiene una oportunidad excepcional para trascender en la historia local. En varios aspectos es exactamente lo opuesto de su antecesor. 

 Si bien su carrera política es corta, conoce el medio poblano y ha caminado en el estado. Goza de buena salud y tiene el vigor para recorrer la entidad y hablar con la gente. 


Ha llegado, prácticamente sin esfuerzo alguno ni desgaste, al puesto que anhela todo político local. En su mochila no carga rencores ni agravios contra nadie. Tampoco almacena compromisos ni deudas de carácter político. Se podría decir, incluso, que a nadie le debe el favor de haber llegado a la cúspide del poder de la noche a la mañana. Se trata, simplemente, de estar en el sitio preciso en el momento oportuno. Es él y su circunstancia. Eso en cuanto a su situación personal.


 En lo referente al cargo que asume, se puede decir que tiene la mesa puesta y la hoja en blanco. Puede, a partir de ahora, escribir con toda libertad, y responsabilidad, la historia de Puebla con el contenido y la dirección que él determine. Da la impresión de que en estos días está tomando su tiempo. 
Le ocurre como a los buenos pitchers en el beisbol: con serenidad, piensa y calcula cada lanzamiento, mira al bateador, revisa su cuadro, respira…y se prepara a lanzar. 


 Hay un factor que, en apariencia, está tomando en cuenta antes de integrar su propio gabinete: de acuerdo a las tradiciones y liturgia política, los miembros del gabinete tienen que asistir al congreso a la glosa del cuarto informe. 


Sería absurdo que nuevos funcionarios, con unos días en el cargo, acudieran a explicar a los diputados su quehacer y pendientes respecto del último año de gobierno. Eso lo sabe perfectamente él, como diputado.


 Eso ocupará la segunda quincena del mes en curso. Transcurrido ese impasse, o tiempo muerto, será un imperativo asumir el cargo a plenitud. Dicho sin rodeos, parecer y ser el gobernador del estado.


 Ello supone, seguramente, dar un manotazo en la mesa y arrancar con todo el poder para construir una nueva etapa del estado, la suya. Dar un giro al rumbo. Refrescar el equipo con elementos capaces, honorables, comprometidos con el servicio público en el mejor sentido del término.


 Entonces empezará a dejar su impronta. Existen en el ambiente voces que aluden al barbosismo, como una corriente a tomar en cuenta por el nuevo gobernante. No hay tal. Es un invento carente de todo sentido.

 El cuatrienio ido fue el periodo de un solo hombre. Un tiempo veleidoso, voluntarioso, aldeano y pintoresco. El gabinete fue un grupo incoloro y parchado, navegando en la medianía y hacia abajo.

 No trascendió por figuras notables por su talento o resultados. Hemos dicho que, si acaso, dos áreas destacan por sus titulares, la Fiscalía del Estado y la Secretaría de Salud. 


 Cuando se habla de “ismos” al cabo de un gobierno, la memoria puede remitir al cardenismo o al alemanismo, por citar dos corrientes, por cierto, antitéticas, de dos concepciones y grupos que gobernaron al país. Aquí no existe ni la caricatura de esa clase de herencia. 

 Se podría decir que el nuevo gobernante, por emerger del Congreso en una peculiar circunstancia, tiene alguna deuda con grupos de interés o presión de ese cuerpo colegiado. Tampoco hay tal. Quienes pudieran reclamar retazos de paternidad alguna, figuran ahí no por una fuerza de consideración respetable. Lo son por las fórmulas electorales (la representación proporcional), o por componendas partidistas casuales. No hay ahí liderazgos en el sentido estricto del término. 


Ni siquiera hojas de servicio limpio o prestigios personales a prueba del ácido. Puede haber, no obstante, intentos de chantaje o cobro de moche de algunos, los más desprestigiados, por cierto. Hay un dicho mexicano que bien describe lo que pudiera ocurrir tras bambalinas: “la rana más aplastada, es la que más recio chilla…”.


 Luego entonces, el gobernador proviene de un trampolín sin pasivos ni compromisos. Asume el cargo en este momento con un poder extraordinario y sin atadura alguna con grupos o personas.

 Eso es una oportunidad de oro, pero también un compromiso personal excepcional con la ciudadanía y con su propia personalidad y futuro. Es un momento histórico para él, su familia, sus hijos…


 Se podría hacer un símil de su momento singular con quien tiene enfrente una hoja en blanco para escribir su vida o su diario. El momento es de él, la pluma también. Absolutamente. Es tiempo de cocinar solo. 

 En sentido figurado está frente a la oportunidad de escribir la historia de este sexenio, porque realmente casi se puede decir que los cuatro años pasados se perdieron miserablemente en el tiempo. El gobernador Sergio Salomón tiene las llaves de la historia de la Puebla contemporánea. Es deseable que tenga éxito. xgt49@yahoo.com.mx

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