Al minuto

La señal de la contramarcha del 27 de noviembre

 





José Roberto Fuentes López.

 La semana pasada daba cuenta de la importancia en la participación de la sociedad civil, que es de mayor valía, cuando se posesiona del espacio público, en defensa de personas o instituciones, para exigir a los gobiernos la rendición de cuentas y dar cumplimiento a sus compromisos; lo cual aconteció el pasado 13 de noviembre; justo cuando el presidente López obrador celebraba su cumpleaños. 

Lo significativo de la marcha, es que se efectuó de manera ordenada, civilizada, con respeto a quienes no comparten esa acción y sin atentar contra el acervo histórico, arquitectónico y cultural, a los inmuebles públicos y privados y con consignas para fortalecer no para destruir a las instituciones en particular al INE como garante para la continuidad democrática.

 Tal vez el presidente Obrador no se da cuenta o no quiere asumir que a pesar de su alta aprobación porque lo consideran un gobernante con buenas intenciones, millones de mexicanos no aprueban sus decisiones y ocurrencias. 

Creo que lo que más le calo al presidente Obrador fue la lección que recibió de la clase media que tanto denosta, detesta y humilla, pero cuando voto a su favor, definió su triunfo en el 2018 y ahora decepcionada, expresó en una marcha, su repudio a la forma de gobernar. Debería acusar recibo que los mexicanos queremos un presidente de la república que asuma su rol de jefe de Estado, no de una camarilla, o de su parido.

El presidente tiene que ser consiente que debe gobernar para todos los mexicanos; necesita mostrar tolerancia, respeto, civilidad y; no continuar con pronunciamientos ofensivos o excesos retóricos.

 El presidente insiste en que la 4T es una “revolución de las conciencias” que está cambiando al país. Castells señala, “los movimientos sociales son transformaciones de fondo en las sociedades, y se distinguen de las protestas y las revueltas que son manifestaciones para cambiar políticas y dar mensajes a la clase política”. 




Pero la respuesta del presidente de la República Mexicana es su contramarcha, porque lamentablemente para él, no hay espacio para el diálogo, el cual debe ser el principal instrumento para reforzar y garantizar la democracia. Se asume como un gobernante de izquierda y con su retorica de primero los pobres, los resultados de sus políticas y ocurrencias han dañado más a ese sector. 


Cabe aquí señalar, que la izquierda es defensora acérrima de los derechos humanos, sin embargo, el presidente Obrador continuamente los mancilla y prácticamente destruyo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.



 Sus programas sociales, son de perfil neoliberal y es enemigo de las políticas redistributivas; ideológicamente se encuentra confundido. Pues de manera descarada por decirlo suavemente la CNDH en el actual gobierno es solo un instrumento más del proyecto que se asemeja más a una dictadura, para aniquilar la democracia. 



Con un país polarizado, dividido y enfrentado, el presidente López Obrador pretende ganar la elección presidencial del 2024, y mantener su proyecto político a largo plazo. Acción enmarcada en el manual populista y, generando más pobres, a través de las dadivas que son de los impuestos que pagamos los mexicanos, para asegurar los votos necesarios en las urnas o en las revueltas sociales, para vencer según ¿él a “los poderosos”?.



 Con ello día a día y, con su discurso de odio busca el apoyo de la población menos favorecida para su proyecto. La marcha promovida y organizada por AMLO, para alabarlo, lleva el mensaje o la pretensión de aniquilar la democracia, acentuar las diferencias entre poderosos y corruptos, entre el pueblo bueno y marginado y los conservadores.




 El éxito de la nación debe reflejarse en la prosperidad de sus habitantes, incrementando su nivel de vida. Esta reacción de López Obrador muestra un claro signo de temor y debilitamiento presidencial. Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.com

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