Al minuto

De marchas, acarreos, elecciones y liderazgo

 




Realmente no se ve en el horizonte una alternativa al lopezobradorismo Muchos cabos sueltos y preguntas sin respuesta quedan luego de cada episodio de la historia contemporánea del país. Todo esto nada tiene de anormal

. Así transcurre la evolución de toda sociedad. Nadie tiene como parte de su patrimonio personal o grupal la verdad. Eso sí, todos hablan de ella.


 Pero lo único cierto es que por más que se nos quiera presentar como algo único y absoluto en lo que debamos creer, todo queda en fragmentos de la realidad contados por cada quien según su personal versión y los intereses o ideas que los mueven.


 1.- LAS MARCHAS. Por ahí se dijo orquestada y machaconamente que todas las marchas son de protesta y que un gobierno no tiene derecho a protestar porque ¿contra quién? Se puede y se marcha por cualquier motivo.


 Las comunes son de descontento, protesta o exigencia. Pero también hay de celebración, festivas, conmemorativas, por los animales y sus derechos, las preferencias sexuales, la naturaleza, la muerte misma, y hasta irónicas involuntarias. 

 De estas últimas recuerdo dos. Aquella en la que dos tipos de voluminosa barriga llevan una enorme manta en cuyo letrero se leía: “Queremos aumento salarial. Nos estamos muriendo de hambre”.


 La otra, la publicó un diario vespertino de la capital del país hace muchos años. Está plantado un grupo de invidentes frente al palacio del entonces gobernante de la ciudad de México, el regente Carlos Hank, y el encabezado de la nota decía textualmente:


 “Los Ciegos Quieren ver a Hank”. Humor negro aparte, en este país todo mundo tiene derecho a manifestarse, por eso suena absurdo la campaña de condenas que precedió -de sus adversarios- a la que realizó el presidente López Obrador y Morena.

 Impedirle ese deseo o derecho al campeón de las marchas era un absoluto sinsentido. Además, era como “enseñarle el padrenuestro al señor cura”, o “darle la receta para hacer chiles en vinagre a los dueños de La Cumbre”.


 2.- ACARREOS. Siempre he creído que el valor de una marcha no está tanto en el número de concurrentes sino en la calidad de los mismos. A las razones que los motivan. Y entonces hay que revisar y escudriñar muy bien quiénes van, a qué van y qué efecto tiene una concentración social o un grupo de desfilantes. Por ejemplo, la de “la defensa de la democracia”, se disfrazó así con un gran aparato de manipulación mediática, “para evitar la desaparición del INE”. 

Se quiso presentar al INE como aquella silla recién pintada que alguien olvidó en un famoso museo y que a alguno se le ocurrió ponerle un letrerito de “No se Toca”, sólo porque tenía pintura fresca y ningún valor histórico. Toda proporción guardada el Instituto Nacional Electoral es una institución como cualquiera, sujeta a revisión, corrección, enriquecimiento o reformas.



 En la vida de las instituciones nada es para siempre ni inmutable, hasta la famosa infalibilidad del Papa hace mucho que se fue a un cesto de basura. Pero claro, se agitó este señuelo como petate del muerto para encender ánimos y retomar así uno más de los motivos de la oposición para estar contra el Presidente. Derecho este sí, absolutamente respetable.


 Pero una cosa es el derecho a disentir y protestar y otro bien distinto es el de manipular. Y mucho menos bajo la batuta del empresario Claudio X. González, quien mueve a su capricho y antojo a una élite desplazada de gastados dirigentes políticos, intelectuales y mediáticos, quienes al cabo de cuatro años no han logrado articular un proyecto opositor consistente y tampoco presentar una figura de raigambre, peso y respetabilidad para conquistar el poder.


 Tal condición no les impidió sumar a una respetable cantidad de simpatizantes de su causa en el país, una buena cantidad de ellos de las clases medias, que para el caso estrenaron guayaberas y elegantes gorras o sombreros también albos, y lanzaron a los cuatro vientos consignas cargadas de aporofobia, clasistas y hasta racistas.


 En ese marco fue y es común escuchar razonamientos como “el gobierno se sostiene porque lo apoyan diez millones de personas que viven de los apoyos sociales”, “sin esos desarrapados que viven de los subsidios del gobierno, este gobierno ya se hubiera caído”. “Lúcidos” argumentos, como aquel otro de que “si quitáramos a Chiapas, Oaxaca y Guerrero, México ya estaría en el primer mundo.



” Estas y otras zarandajas parecidas es común escuchar de algunos de esos líderes, comentócratas o simuladores eméticos. Acaso nunca se han preguntado: ¿Esos millones de recipiendarios de apoyos no son ciudadanos… no tienen derecho a existir... no tienen idea de la gratitud... no tienen inclinaciones o preferencias políticas?, ¿por qué no recibieron esas ayudas u oportunidades de trabajo de todos los gobiernos de los últimos treinta años?, ¿han escogido la pobreza o marginación porque les encanta?, ¿sus votos o simpatías o su peso es menor al de los que “defienden” al INE?, ¿son más importantes los millones de canonjías a los partidos y a los diputados plurinominales, que los apoyos que les da el gobierno a los adultos mayores o marginados?


 Pero nos referíamos a la calidad de los manifestantes. Un día observé un mitin de cierre de campaña del hoy recluso Javier López Zavala. Casi llenó a tope el Estadio Cuauhtémoc, unas 25 mil almas. Cuando empezó su discurso la mitad del estadio se vació. La mayoría de los concurrentes, burócratas, gritaban o aplaudían sin ánimo y con desdén, y salieron refunfuñando y mascullando que votarían en contra. Y así fue. El acarreo priista fue parte de la tumba de López Zavala.


 3.- LA OTRA MARCHA. La marcha del millón y más tuvo, como se esperaba, la marca de la casa. Aunque no dejó de tener el efecto contaminador de los modelos priista y panista. Los acarreos y la simulación de los grupos arribistas que recién han llegado a Morena fruto de la simulación y el trepadorismo oportunista.


 Aunque hay que aclarar que el grueso de los concurrentes fue por una convicción que le viene de tiempo atrás. Y aquí procede aclarar la diferencia entre acarreo y traslado. Los primeros son claque de gobernadores, sindicatos mafiosos y líderes camaleónicos.


 Los segundos van por voluntad propia y sólo reciben ayudas para su movilización. En calidad de reportero he visto cinco concentraciones lopezobradoristas en Puebla y Cholula, y en todas vi a miles llegar por sus propios medios, o a pie, o soportar estoicamente tremendos aguaceros, o familias enteras aguantar el mitin de principio a fin para saludar al convocante. Personas de todas las condiciones sociales, escuchando atentamente los discursos y expresando simpatías o aprobación a los mensajes. 


 Las características de estos últimos asistentes son lo que me parece que le confiere calidad a los marchantes o manifestantes, y eso se traduce en confianza y votos. Los actos y resultados de un gobierno son otra cosa. 



 Aquí focalizamos una manera de hacer política, de comunicar y, finalmente, de ganar elecciones. Las elecciones se ganan con votos. Me parece que se engañan quienes creen que una batería de doscientos articulistas y una élite de politiquillos dueños de cascarones que se dicen partidos, con el resentimiento cotidiano, machacón, reiterativo, cargado de odios y envidia, chistes y calumnias, clasismo y racismo, huérfanos de raíces sociales y liderazgos genuinos e innovadores, están en condiciones de ganarle la plaza al obradorismo. Frente a un gobierno con todas las fallas que se le atribuyen, no se ve en el horizonte un adversario con la talla ni la oferta alternativa que represente realmente un riesgo para quienes están en el poder. xgt49@yahoo.com.mx

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