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El peñismo ve a Eduardo Rivera como su tabla de salvación en Puebla





Cuitlatlán

  


 Fermín Alejandro García  Los sobrevivientes del gobierno de Enrique Peña Nieto –que no han tenido que huir al extranjero– se están reagrupando e intentando construir un bloque que les permita controlar el PRI los próximos tres años, influir en la sucesión presidencial de 2024 y ganar espacios políticos en el país. Es una corriente que es encabezada por Miguel Ángel Osorio Chong, el exsecretario de Gobernación, y por José Murat Casab, exgobernador de Oaxaca y quien actualmente mueve los hilos del tricolor. Lo interesante es que los peñistas para el caso de Puebla no han encontrado una figura en el PRI que le permita a dicha corriente tomar el liderazgo del partido y revitalizar al tricolor. Por eso la tabla de salvación para los peñistas es ahora un connotado panista: Eduardo Rivera Pérez, quien obtuvo su tercera postulación para ser alcalde de la ciudad de Puebla, cargo que ya ejerció entre 2011 y 2014. Eso explica el reciente encuentro entre Miguel Ángel Osorio Chong y Eduardo Rivera Pérez, que ambos hicieron público y del que se sabe que, la ocasión sirvió para que el priista pusiera a disposición del panista su aparato electoral que tenía desde que fue gobernador de Hidalgo y luego secretario de Gobernación Y también eso explica porque probablemente el próximo domingo esté en Puebla el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, en un acto de respaldo a Eduardo Rivera previo al inicio de las campañas electorales locales que arrancan el martes 4 de mayo. Los peñistas tienen claro que la única manera de que el PRI poblano pueda sobrevivir en los próximos tres años es apostarle a una alianza con el panista Eduardo Rivera, pues el tricolor se encuentra en su peor momento de toda su historia. El antipriismo de Puebla está considerado entre los 5 más altos del país. El efecto del apoyo de los peñistas a Eduardo Rivera ya surtió efecto, pues se dice que está corriente fue la que más presionó hacia el interior de la coalición Va Por México –construida y encabezada por el empresario ultraderechista Claudio X, González– para que fuera el candidato por la ciudad de Puebla. Esa condición ayudó a flanquear el bloqueo que tenía contra Eduardo Rivera Pérez la presidente estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, y que de alguna manera era secundada por Marko Cortés, el dirigente nacional del albiazul.




 Los peñistas han tenido que encontrar en un panista su posible tabla de salvación por una razón de peso: no hay ninguna figura en el PRI que los ayude en sus propósitos. Eso explica porque Enrique Doger Guerrero no obtuvo ninguna posición en el actual proceso electoral, pues se les observa como un personaje que ya perdió liderazgo y presencia entre las bases del partido. O porque Juan Carlos Lastiri Quirós tiene una presencia menor en el PRI, luego de que fue el priista más poderoso en el sexenio anterior, pero quedó marcado por el escándalo de “La estafa maestra”. Algo similar pasa con Blanca Alcalá, Jorge Estefan Chidiac, Javier López Zavala, Alberto Jiménez Merino, entre otros, quienes ya son vistos como liderazgos fundidos.

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