Al minuto

LA OTRA PANDEMIA . Fernando Vázquez Rigada



Hay una pandemia de desconfianza y de incompetencia en el país.



Es la que acompaña y agrava la emergencia de salud y la consiguiente debacle económica.



El coronavirus es un parteaguas político y México no será la excepción.



Las posibilidades de Donald Trump de reelegirse se debilitan. Las encuestas revelan que 52% desaprueba su gestión: 7.7% más que las últimas mediciones. 17% más cree que EU va por mal camino.



En contraste, Emmanuel Macrón y Ángela Merkel, subieron sus bonos por sus respuestas a la crisis.



En México, Andrés Manuel López Obrador sufre una hemorragia de credibilidad. Una batería de 11 encuestas, de diversas metodologías, coinciden: el presidente ha perdido 23 puntos desde su arranque.



De ellos, casi la mitad han sido este año. Y 23 puntos son muchos puntos.



Las encuestas solo miden la opinión de mayores de edad: 90 millones de personas. De esta forma, cada punto implica 900 mil mexicanos.



En suma: López Obrador ha perdido el apoyo de 20.8 millones de mexicanos.



Ya es inocultable la epidemia de incompetencia, de arrogancia y frivolidad que ha consumido los anticuerpos del gobierno.



La gente sabe que las cosas no van bien.



A la violencia desbordada se suma una economía destruida por las malas decisiones del gobierno. Antes de la crisis global, ya México decreció 0.1% y desaparecieron 356 mil empleos en su primer año de gestión.



Sobre esas ruinas llegó el brutal golpe del coronavirus. Las expectativas de los principales analistas son espeluznantes: México tendrá la recesión más prolongada y quizá profunda desde la Gran Depresión de 1929. Scotia Bank prevé una contracción de 5.7%. BBVA, Bank of America y Evercore, 4.5%. El peso es una de las monedas que más se ha depreciado en el mundo: ha perdido 25% de su valor en un mes.



Lo peor está por venir.



Igual que Trump, López Obrador minimizó al coronavirus. También se negó a tomar medidas a tiempo. También politizó irresponsablemente un tema de salud pública.



Hoy, Estados Unidos está en shock. Su economía, ojo, estima JP Morgan caerá 14% en el segundo trimestre. Leyó bien: 14%. Eso, para México, será un paro cardiaco.



La epidemia se expandió brutalmente en EU cuando se empezaron a aplicar pruebas el lunes pasado: los casos subieron de 3 mil a 31 mil, desplazando a España como tercera fuente de contagios.



La razón de la explosión fue la lentitud del gobierno, su desidia y su arrogancia.



Lo mismo ocurrirá en México.



López Obrador jugó a la burla, a la frivolidad y a la negación. Rompió las medidas de la OMS. Besó niños. Se niega a desinfectar sus manos. Mantiene mañaneras con decenas de personas. Se escudó en un escapulario para convertirse en bufón del mundo.



Su jefe anti epidemia, Hugo López Gatell, oscureció su conocimiento a golpe de servilismo y abyección. El presidente, afirmó, tenía una fuerza moral que le impedía contagiar o contagiarse.

Peor: ha negado que las pruebas sirvan para algo.



Pero la OMS dice lo contrario: las pruebas son esenciales y más: son insustituibles. No hay otra para frenar los contagios. México sólo tiene 41 laboratorios acreditados pues el gobierno se ha negado a autorizar más. Si es factible que el 70% de la población enferme, a cada laboratorio le correspondería realizar 2.2 millones de pruebas.



Por lo pronto, el gobierno ha aplicado solo alrededor de 700. El contraste es brutal: Corea del Sur ha aplicado 316 mil, Alemania 167 mil, Rusia 143 mil y Estados Unidos más de 150 mil.



Aún sin medir, los casos en México pasaron de 7 a 251. La tendencia es idéntica a la de Estados Unidos.



Si se aplicaran pruebas con responsabilidad, se evidenciaría que el gobierno miente, que ha sido terriblemente irresponsable y que vendrá una crisis mayúscula para el país.



El gobierno también se negó a usar los datos. Migración sabía quién ingresó al país procedente de focos de contagio y a dónde se dirigía. Nada se hizo. La recomendación de la OMS de distanciamiento social quedó sepultada por el Vive Latino, la Cumbre Tajín y el funcionamiento normal del aeropuerto Benito Juárez.



Viene el impacto brutal de la realidad: en el país hay una cama de hospital por cada 1,000 habitantes. En la OCDE, más de 4. Italia tiene 3.4. España 3. EU, 2.9. Con casi el triple de capacidad, sus sistemas están colapsados.



De ahí que el coronavirus sea un parteaguas.



La pandemia de incompetencia hundirá a López Obrador. Su hemorragia de credibilidad es una tendencia, no un producto de un error en específico.



La gente sabe. La gente piensa. La gente castiga o premia.



El costo de su caída, lamentablemente, será enorme. En empleos. En bienestar.



En vidas.



@fvazquezrig

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