Al minuto

Paranoicos y flojos legisladores. Por Edgardo Cabrera

En el Congreso se niegan a trabajar, cualquier pretexto es bueno para evadir su responsabilidad, ayer la caravana de los padres de los 43 normalistas desaparecidos fue la causa. En el PRI, militantes añoran el tiempo de dirigentes que lograban imponerse en los procesos electorales, incluso en escenarios de adversidad
Por Edgardo Cabrera
En el Congreso se niegan a trabajar, cualquier pretexto es bueno para evadir su responsabilidad, ayer la caravana de los padres de los 43 normalistas desaparecidos fue la causa de que suspendieran labores.
De plano cerraron las puertas del Palacio Legislativo desde temprano y ordenaron a los empleados y funcionarios no acudir, por temor a una posible manifestación violenta.
Su decisión cayó en la paranoia, dado que la caravana pasó por Tlaxcala con la bandera de la paz y en demanda de justicia, tal como lo anunciaron desde el inicio de esta movilización que concluirá este día en el zócalo de la Ciudad de México.
Si bien no está por demás tener un plan ante posibles contingencias –por eso se entiende el operativo de seguridad y vialidad montado-, no puede ser la suspensión de labores la principal estrategia.
En el resto de los poderes, incluso en el ayuntamiento, las actividades se realizaron de manera cotidiana, aunque al momento de la llegada de la caravana (cerca de las 14 horas) las oficinas públicas, incluso negocios de la ciudad de Tlaxcala, prefirieron cerrar las puertas ante posibles incidentes.
Si bien es verdad que las imágenes de violencia difundidas en los últimos días -derivadas del asesinato y desaparición de normalistas de Ayotzinapa- han provocado psicosis colectiva, no hay que perder de vista que la caravana que visitó Tlaxcala se ha conducido de manera distinta.

Los verdaderos dolientes, en este caso familiares directos y amigos cercanos, han expresado una y otra vez su repudio a la violencia, claman por justicia y –pese a su gran dolor- no han cerrado la puerta al diálogo con las instituciones.
Como hace mucho no ocurría en el país, este 20 de noviembre la conmemoración del aniversario de la Revolución Mexicana nos lleva a un profundo análisis de nuestro sistema desde el punto de vista político, de justicia y de partidos. La violencia y la delincuencia no pueden seguir enquistadas en el país.
A colación
Desde este espacio mi solidaridad con la activista Coral Ávila Casco, así como con representantes de partidos políticos quienes el lunes fueron agredidos por un sujeto que llegó al grado de amenazarlos de muerte.
Los hechos ocurrieron al salir a la calle tras concluir un programa radiofónico transmitido vía internet y donde se trató el caso Ayotzinapa.
Las diferencias ideológicas no se deben dirimir con violencia ni amenazas. Los insultos y las amenazas son la sinrazón radicalizada y no deben confundirse con la libertad de expresión ni de pensamiento.
Resultados
Indudablemente, los liderazgos se consolidan a partir de resultados.
En el PRI, militantes añoran el tiempo de dirigentes que, con planeación y estrategia, lograban imponerse en los procesos electorales, incluso en escenarios de adversidad.
Por ejemplo, en su último encargo como dirigente del partido, Mariano González dejó al tricolor como primera minoría en Tlaxcala, es decir, como primera fuerza electoral pese a no ser partido en el gobierno.
En las elecciones locales de 2001, logró que el PRI ganara 14 distritos con 31.38% de los votos válidos, frente al PRD -que era gobierno- que solo consiguió 5 con 26% de la votación. En esa elección, también mantuvo al PRI al frente de 34 ayuntamientos, cuando el sol azteca apenas llegó a 14.
Posteriormente, en las elecciones federales de 2003, logró los tres distritos con una votación superior al 35%.
Diez años después nos preguntamos qué han hecho otros dirigentes. Uno de ellos, por cierto, recientemente se adhirió a un “Grupo Plural” de políticos que buscan espacios en 2016.
Con credenciales de derrotas consecutivas, se une a otros de suerte similar como Aristeo Calva, Fermín Sánchez, Sergio Mendoza o Perfecto Xochipostequi -que aún se dicen tricolores-, por lo que es de dudar la seriedad con la que Noé Rodríguez se perfila como abanderado para la sucesión de 2016.

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