¿Puebla, estado amigo de los niños? QPM
Por Enrique Núñez
Estábamos en plena campaña para gobernador en el 2010. Recuerdo como si fuera ayer cuando el candidato Rafael Moreno Valle me invitó a una gira por Tenampulco, Ayotoxco y Teziutlán.
La salida fue en el helipuerto del hotel Holiday Inn Express, desde donde abordamos únicamente el candidato, el piloto y este columnista.
Para ese entonces, los mítines crecían y la fiebre morenovallista ya era imparable. La debacle tricolor era inminente y el triunfo del pupilo de la maestra Gordillo era previsible.
En el vuelo hablamos largo y tendido del proceso. “Me los voy a chingar”, externaba convencido el candidato de la multialianza partidista, con una sonrisa maliciosa, en alusión directa a la dupla Marín-Zavala y todo lo que ésta representaba.
Entre los muchos temas, no faltó el momento de hablar del llamado LidyaGate, el cual cambió la historia de Mario Marín y de su proyecto presidencial.
Por supuesto que también hablamos de la grabación telefónica y de la forma en la que enfrentó la crisis el gobernador Mario Marín.
“No se puede ser tan pendejo”, es la frase que recuerdo del hoy gobernador, al calificar la estrategia marinista para intentar frenar un escándalo que creció como bola de nieve hasta sepultar la imagen del gobernador poblano, que hasta antes del 14 de febrero era visto como uno de los presidenciables por el PRI, junto con Enrique Peña Nieto.
Esa sonrisa en el rostro delataba el gusto que le daba recordar el escándalo provocado por aquella llamada con Kamel Nacif y los yerros que, en materia de comunicación, cometió la burbuja marinista cuando intentó apagar el incendio.
Ocho años después, la sonrisa pasó a los rostros de los opositores al morenovallismo, quienes no dejan de sorprenderse de la forma en la que repite día con día la misma fórmula que sepultó a Marín.
Día con día va repitiéndose la historia.
Y si bien es cierto que ahora Moreno Valle contó con la complicidad de Televisa y Televisión Azteca para evitar un linchamiento mediático de mayores proporciones en muy corto plazo, como sucedió con Marín, ahora las redes sociales y el internet fueron los que hicieron la comunicación de boca en boca entre los poblanos, generando que la bola de nieve creciera de manera lenta pero constante, hasta detonar la crisis política que hoy tiene al gobernador en la antesala de la Suprema Corte de Justicia, con la desventaja de que esta vez hay un niño muerto, media docena de lesionados y otros tantos detenidos.
Y después de tantas similitudes, la operación limpieza morenovallista volvió a inspirarse en la implementada hace ocho años por el marinismo; y decidieron apuntar todas sus baterías publicitarias en una campaña en favor de los niños.
Hay que recordar que en la cresta del LidyaGate los genios de la comunicación marinistas anunciaron la creación de una Fiscalía Antipederastía.
El simple anuncio de esta nueva oficina nos dejó a todos los poblanos impávidos. Lo veíamos y no lo creíamos. Era como echar más sal a la herida.
Un sexenio después, en una versión corregida y aumentada —tras el asesinato del niño José Luis Tehuatlie—, los genios morenovallistas ahora se empeñan en acercar a los niños al gobernador, en eventos, videos y fotografías, sin darse cuenta que en lugar de aminorar el desprecio social encienden la ira ciudadana en contra del llamado Gober Bala.
El día de ayer, en la cuenta oficial de Twitter de la Dirección de Comunicación Social del gobierno del estado, @COMSOCPUEBLA, escribieron “Prioridad del Gobierno certificarse como estado amigo de la niña y de niño”.
Así como usted lo lee.
Quien lo diría, el mismo estado, la misma ambición, la misma soberbia, las mismas frases, las mismas estrategias y los mismos resultados.
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