Primer tropezón de Allende: no logra cohesionar al PRI
Por Fermín Alejandro García
La última sesión del Consejo Político del PRI y la presentación de Ana Isabel Allende Cano como la futura presidente del tricolor, tuvo un importante claroscuro. Por un lado el regreso de Mario Marín a la vida pública demostró que sigue siendo el líder en el tricolor, que es quien controla una parte fundamental de las estructuras del partido y que está terminando el amordazamiento que el morenovallismo tenía contra los marinistas. La parte negativa es que en dicha fuerza política se está muy lejos de lograr la tan anhelada y necesaria unidad priista.
Allende Cano mostró fuerza al lograr la presencia de Mario Marín y de una parte de las estructuras marinistas, pero al mismo tiempo no consiguió pasar la primera prueba de fuego, que es lograr que su ascenso a la presidencia del partido se dé en medio de la unidad de la mayor parte de las facciones del tricolor, el cual no es un asunto menor, ya que la falta de cohesión priista fue un factor primordial para la derrota del PRI en 2010 y que en la actualidad un sector importante de los priistas esté al servicio del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
A estas alturas ya es necesario que no solamente se conozca la voz de Ana Isabel Allende, quien ha tenido una pobre presencia en la prensa y ante las bases del PRI, sino que es fundamental que defina cuál será su verdadera relación con Moreno Valle y con los priistas infieles –entre los que se encuentra el ex gobernador Melquiades Morales–, a quienes se les pueda dar dos tratos: volverles a abrir las puertas del partido o aplicarles la justicia partidaria para expulsarlos.
La falta de definiciones de la también legisladora federal por el distrito de Ciudad Serdán es lo que ha propiciado que un personaje como el diputado José Luis Márquez Martínez, quien esta controlado por el gobernador Moreno Valle, se la pase denunciando que no hubo apertura del Comité Ejecutivo Nacional del PRI para elegir al nuevo dirigente de Puebla.
La sesión del Consejo Político del PRI del sábado pasado era la oportunidad idónea para demostrar que no se va a cometer el mismo error de 2010, año en que el marinismo ocupó casi todas las candidaturas a alcaldes, diputados locales y la de gobernador, en la figura de Javier López Zavala, lo cual provocó que varias facciones del tricolor decidieran aliarse con Moreno Valle al percibir que serían excluidas en caso de que ganara el tricolor. Algunos grupos no se fueron a la entonces oposición, pero si se abstuvieron de trabajar por el partido.
En mucho estuvo justificado ese comportamiento porque en el sexenio pasado, de inicio a fin, con y sin la crisis del llamado Lydiagate, en los momentos de mayor y menor debilidad, el marinismo se negó a compartir el poder. Todos los cargos y candidaturas a puestos de elección popular importantes fueron para esta facción, y las únicas excepciones fueron Blanca Alcalá y Enrique Doger Guerrero, quienes fueron ediles de la capital.
Ahora Allende tendría que empezar a demostrar que su designación no es solamente una prolongación del poder del grupo de Mario Marín, de la ex edil Blanca Alcalá y de la secretaria general del PRI nacional, Ivonne Ortega, sino que tendrá capacidad de dar representación a todas las facciones priistas.
Por lo pronto no logró el anterior cometido, ya que en la sesión del sábado estuvieron ausentes los ex gobernadores Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya y Melquiades Moreles Flores –a pesar de que llegó su hermano Jesús–, o los miembros de sus grupos. No se vio al ex alcalde de Puebla Marco Antonio Rojas Flores.
También se notaron ausencias de priistas cercanos a los ex mandatarios Alfredo Toxqui Fernández de Lara o Manuel Bartlett Díaz. El primero ya falleció y el segundo ahora es parte fundamental del partido del Movimiento de Regeneración Nacional, pero muchos de sus seguidores siguen siendo figuras importantes, como es el caso de Carlos Meza Viveros, quien dirigió el tricolor de la capital apenas hace unos años.
Varios líderes agrarios, representantes de iglesias que han sido militantes priistas, ex dirigentes de sindicatos y cabezas de grupos vecinales, tampoco fueron llamados, pese a que el acto del sábado congregó a cientos de militantes tricolores.
Trascendió que hubo intentos de convocar a muchos de los actores excluidos, pero al final nunca se concretaron los llamados, lo cual hace más grave el desaire. O mejor dicho, aumenta el efecto del primer tropezón de Ana Isabel Allende Cano.
El retorno de Marín
La aparición pública de Mario Marín el sábado fue posible por tres factores: que se están agotando los plazos legales para que Moreno Valle siga persiguiendo administrativamente y judicialmente a varios marinistas; que existe una mayor confianza, o por lo menos esa es la percepción temporal, de que ahora sí el PRI nacional quiere recuperar los espacios perdidos en Puebla, y que los marinistas van a salir a aprovechar el alto grado de vulnerabilidad en que ya se encuentra el jefe del Poder Ejecutivo estatal.
Para Ana Isabel Allende representa una gran ventaja el tener a la estructura marinista de su lado, luego de que su antecesor, Pablo Fernández del Campo, enfrentó al aparato del gobernador Moreno Valle en los comicios locales de 2013 sin una estructura sólida, sin recursos económicos y sin la participación de la mayoría de los grupos del partido.
Los últimos acontecimientos permiten que la mala imagen que tenía Marín sea visto como algo menor, frente a los acontecimientos violentos del morenovallismo. Aunque esta situación dependerá que Ana Isabel Allende muestre pericia y talento para saber entender y aprovechar la actual coyuntura política.
Publicar un comentario