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Cincuenta marranos para limpiar el marranero

Cincuenta marranos para limpiar el marranero






Por Enrique Núñez

Ante la derrota de Rafael Moreno Valle en la arena mediática, que concluyó con una sentencia condenatoria por el grueso de la sociedad, culpándolo de ser el autor intelectual de los hechos violentos sucedidos en Chalchihuapan, en donde perdió la vida el niño José Luis Alberto Tehuatlie, el gobernador ahora deberá enfrentar un largo procedimiento legal, que se convertirá en una auténtico calvario, con el que deberá convivir durante los dos últimos años de su gobierno.


Hay que insistir en que la investigación que anunció la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por presuntas violaciones graves a los derechos humanos sólo es la primera etapa de este largo proceso, toda vez que de los resultados que dé a conocer este organismo procederá el juicio de amparo, el cual será resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un caso muy parecido al que vivió Mario Marín cuando la Corte atrajo el caso de oficio para resolver su destino.


El problema para Moreno Valle se ha complicado con la equívoca defensa del caso al intentar mantener la absurda versión de que fue un cohetón el que mató al niño, para lo cual prepararon un video —supuestamente avalado por peritos en la materia— para demostrar con una cabeza de marrano que las lesiones que sufrió José Luis son similares a las que provoca un cohetón.


Al respecto, este columnista recibió información altamente confiable sobre la "elaboración" de esta prueba pericial, con las cabezas de marranos.


Este es el relato.


Durante seis días, los peritos contratados para certificar la versión del Cohetón estuvieron trabajando en el campo de entrenamiento de la Escuela Militarizada Ignacio Zaragoza, dependiente de la SEP estatal, con medio centenar de cabezas de marrano.


Así como usted lo lee.


Un grupo de peritos externos, personal de la Procuraduría de Justicia, media docena de técnicos y camarógrafos de Puebla TV (antes Sicom) y un par de trabajadores de la EMIZ trabajaron por más de 10 horas diarias filmando los efectos causados por diversos tipos de cohetones, en 50 cabezas de marranos.


Diferentes ángulos, distancias distintas, cohetones de mayor y menos carga de pólvora, y tras los primeros cinco días no encontraron una sola lesión similar a la que llevaban en las fotografías del niño.


Fue hasta el sexto día cuando lograron una toma que pudiera servir para que los "especializados peritos" pudieran ocuparlas para su dictamen, en el cual se concluye que las lesiones de las ondas expansivas de un cohetón coinciden con las que sufrió el cráneo y el cerebro del niño fallecido.


Tras el "exitoso" resultado, el personal de Puebla TV, en conjunto con los peritos tanto externos como los de la PGJ, se trasladó a las instalaciones de la televisora estatal en el bulevar Atlixcáyotl para editar durante toda una noche el video que demuestra "contundentemente" la inocencia del morenovallismo en este asesinato.





La fatalidad, el proyecto morenovallista


La investigación sobre violaciones graves a los derechos humanos deberá ir mucho más allá de la muerte del menor, toda vez que existen pruebas —estas sí contundentes— de que fueron los elementos de la policía estatal los que iniciaron la agresión contra los manifestantes.


Mucho sufrirá la defensa morenovallista cuando intente explicar el video que demuestra que el primer disparo de las granadas de gas fue hecho por policías estatales.


Los vídeos que mostró el procurador Carrancá son cuando el operativo había sido rebasado y los pobladores se encontraban en superioridad.


Es claro que no se respetaron los protocolos que debe seguir un comando policíaco en una manifestación y que se violentaron los derechos humanos de los manifestantes.


Con ese simple argumento será imposible sostener la hipótesis de que fueron agitadores profesionales los que se infiltraron en la protesta, toda vez que quien inició la agresión fue la policía.


Pero las contradicciones son interminables.


Primero se dijo que utilizaron a los niños como escudos humanos y presentaron la fotografía del niño muerto sosteniendo una manta a un costado de la carretera y después dijeron que el cohetón le pegó a 80 metros de distancia y después que a más de 100 metros del lugar del enfrentamiento.


Y siguen las inconsistencias.


Todas ellas versan sobre diversas versiones encontradas por parte de la propia autoridad, como las lesiones de los otros manifestantes, las presiones a la mamá del niño, la necropsia, la fecha de la muerte, la detención y libertad de algunos manifestantes.


Al final de la historia, las graves violaciones que tienen en capilla a Moreno Valle son innumerables y van más allá de la trágica muerte de José Luis.


Y por si algo faltara, la CNDH deberá sumar a su investigación los actos de represión sucedidos en Chignahuapan, Tehuacán, Huejotzingo y también los que han sufrido transportistas, sindicatos, trabajadores y ciudadanos en general por sostener proyectos como los de RUTA, SOAPAP, verificentros y otros, de los que se han derivado aprensiones, agresiones y despidos fuera de ley. Son tantos los excesos y los abusos gubernamentales que pueden provocar un desenlace de fatalidad política para el Señor de las Balas.


Y si no, al tiempo.

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