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Las grandes mentiras del vocero

Las grandes mentiras del vocero





Por Enrique Núñez

Acostumbrado a levantar la bocina del teléfono para bajar notas, imponer cabezas, ordenar fotos, agendar entrevistas, vetar conductores y otras muchas lindezas, el vocero morenovallista cometió un error de cálculo y pidió que lo comunicaran con el director de Intolerancia, como si se tratara de alguno de los medios serviles al gobierno del estado.



Les comparto la historia.



La tarde del 9 de julio recibí una llamada del director de Comunicación Social del gobierno del estado, Fernando Alberto Crisanto, a través de la cual me aseguró que la información que estaba manejando el portal de Intolerancia respecto a los incidentes de San Bernardino Chalchihuapan era falsa, toda vez que los cuerpos policiacos no habían utilizado balas de goma durante el operativo de desalojo.



En respuesta, le dije que bajaríamos la información sobre las balas de goma hasta no tener elementos suficientes que fortalecieran nuestra versión.



Sólo tuvieron que pasar unas cuantas horas para que la versión del vocero morenovallista se desmoronara debido a las pruebas físicas, testimoniales y gráficas que fortalecieron la versión inicial manejada por Intolerancia.



Fueron los propios proyectiles de goma los que pusieron en evidencia las mentiras que Crisanto me dijo a través de la línea telefónica, quien evidentemente creyó ciegamente en la versión de los mandos de Seguridad Pública, en la que negaron el uso de estas armas antimotines.



Por obvias razones, debo decir que ésta es quizá la segunda o tercera llamada que recibo del vocero oficial para aclarar una nota periodística publicada por nuestro medio en lo que va del sexenio.



Más allá de la postura crítica de Intolerancia Diario, en esta casa editorial escuchamos todas las versiones para darle el justo valor a cada una de ellas.



Lamentablemente, esta vez Crisanto intentó tomarle el pelo no al columnista, sino al director general de este diario, lo cual nos obliga a puntualizar que para los funcionarios estatales es más importante justificar que reconocer la verdad de los hechos, por más delicados que éstos sean.



Lo más penoso de este asunto es que a Fernando Crisanto se le reconocía como un periodista serio, con experiencia y oficio. Hoy de ese personaje al que respeté durante muchos años no queda otra cosa que el recuerdo.



Queda confirmado que pasar de las filas del periodismo a las filas del oficialismo es un asunto muy rentable en el corto plazo, aunque irremediablemente fatal con el paso de los años. Y peor aún si para intentar cuidar las espaldas de su patrón lo hace con base en la mentira.



Si bien es cierto que Crisanto ya había dado el paso de la muerte en sexenios anteriores, pasando del ejercicio periodístico al boletineo, hoy los tiempos son distintos y será imposible que vuelva a ser el respetado periodista.



Hoy, hundidos en una grave crisis mediática, nadie le cree ni a Rafael Moreno Valle ni a Luis Maldonado, y mucho menos a Fernando Alberto Crisanto.



Cuando el autoritarismo, la prepotencia y la represión se intentan desvirtuar con base en las mentiras, el costo social termina siendo muy alto.



De ahí que la bola de nieve siga creciendo, sin que exista alguien que pueda detenerla.



Si de algo podemos estar seguros es que “lo peor está por venir”.



Ya lo verán.










Las pruebas que Crisanto negó.

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