Apenas hace un año crisis por el agua, Tesla succionará millones de litros
En la discusión o el debate diario del Presidente y sus opositores se recurre comúnmente y con ligereza a la crítica. Y las críticas que se ventilan de uno y otro lado son absolutas, no admiten punto medio.
Se cae de modo recurrente en la generalización. Y al generalizar, lo sabemos, se dejan de lado razones y con frecuencia prevalecen las sinrazones. Y de ahí se toma el camino de la descalificación, la denigración y se desemboca en el infundio o abiertamente en el insulto.
Todo esto así llevado oscurece los ángulos de razón que tienen ambas partes. Y nubla también las dosis de error o equivocación que suele haber. O todo es negro o todo es blanco. Pasan por alto que entre el negro y el blanco hay matices, hay una infinita variedad de tonos de gris.
Situados en polos opuestos, lo que se lee, ve o escucha difícilmente deja en el público un juicio claro, transparente. La mentira, el infundio o la etiqueta ocupan el máximo trono y reinan por doquier.
Criticar, con sentido común, implica sencillamente separar lo bueno de lo malo.
Y hay bueno y malo en las posiciones de los dos lados. Lo bueno es digno de admitirse, reconocerse y hasta aplaudirse. Lo malo merece desecharse, anularse o censurarse.
Los observadores de las tribunas (lectores, televidentes, radioescuchas) por lo común también toman las banderas extremas y no se van por el camino del análisis, el cotejo, la investigación, el cruzamiento de datos o informes para encontrar una verdad aceptable.
Aquí, en esa masa conquistable, abunda también la pereza, el prejuicio, la ignorancia abierta, la egolatría y la soberbia.
Lo de cada día es amarrar navajas, enemistar a poderosos, alentar pleitos y discordias tomando partido. Se esconde la verdad, se miente, se manipula, se saca raja del conflicto para la causa propia. Propia en el sentido personal, para insuflar más el ego de los doctos analistas, o para mejor servir a los intereses que están detrás y que alimentan el fuego, atizamiento crematístico no necesariamente con gasolina.
Un caso tomado al azar: la instalación de la fábrica de autos eléctricos Tesla en Monterrey.
El Presidente apareció o fue mostrado como opositor a que tal empresa se fincara en Nuevo León y recomendó el sureste por la abundancia de agua. Este asunto situó, en la opinión pública, como antagonistas, a los regios y a López Obrador.
Los medios azuzaron diario y escandalosamente este diferendo. La polémica ventilada en los espacios periodísticos estaba adquiriendo perfiles hasta riesgosos. Se mostró al presidente como enemigo del progreso.
Vino el anuncio de que el empresario prefirió la ciudad norteña y todo mundo quedó feliz.
Prácticamente a nadie se le ocurrió revisar y mostrar qué sucedió hace justamente un año en Monterrey. Esa ciudad y el estado sufrieron una crisis terrible en torno al agua, con el líquido caro, escasez, racionamiento, sequía y sed. El caso tuvo perfiles dramáticos.
Los analistas más sensatos de aquella zona del país expusieron gráficamente lo que realmente ocurría: en Monterrey no hay sequía, hay saqueo.
Así resumieron los estudiosos y víctimas lo que en verdad ocurría. ¿Y ocurre aún?
Un reportaje publicado en junio de 2022 decía: “la producción de acero, cerveza, refrescos, carbonato de sodio, embutidos, carbón, aceites, azúcar, la industria inmobiliaria y 34 personas físicas acaparan el agua en Nuevo León, revelan cifras oficiales de la Conagua.”
Y decía más: “Datos del Registro Público de Derechos de Agua de la Comisión Nacional del Agua y de la organización Frente Nuevo León, revelan que 12 multinacionales acaparan 44 mil 690 millones de litros de agua al año. En tanto, el uso doméstico tiene destinados 1 mil 33 millones de litros de agua al año.
Otras 34 personas físicas aparecen entre los favorecidos.”
Un dato reciente sobre la producción de Tesla, dice que esta empresa utilizará aproximadamente 6 mil litros de agua en la producción de cada unidad, y llegará a fabricar un millón de autos al año. Se llevará 6 mil millones de litros de agua la nueva planta, en esa zona que sin esta novedosa empresa hace un año se quejaba duramente por la carencia de agua para los habitantes.
Así que, el panorama a futuro no es nada halagüeño para la entidad norteña. (Leer: La crisis ecológica global con sede en México que Tesla podría desatar).
La nueva empresa succionará millones de litros de agua que, apenas hace un año, no estaban previstos en la vida del estado y ya se quejaba de una crisis nunca vista.
Hoy, el jolgorio, los anuncios y los planes parecen olvidar la historia reciente; el importante paso en la ruta del desarrollo y el progreso no repara en el factor agua. Pero, es previsible que este invitado incómodo se haga presente en el corto tiempo, irónicamente no “para aguar la fiesta”, sino todo lo contrario.
Esa guerrita de fuerzas azuzada por los medios, la mayoría adversos a la postura presidencial, dejó de lado esto que es el fondo real de un problema latente, no resuelto.
El sureste, hoy por hoy, sigue teniendo torrentes y reservas de agua, un recurso, como todos lo sabemos, no renovable. No se sabe por cuánto tiempo. La empresa, por lo visto, privilegió el nearshoring, la solución para la comercialización de sus autos para el gran mercado de los Estados Unidos y el mundo, desde la frontera mexicana, asegurando un negocio para el corto plazo.
La pregunta es: ¿pagarán los regiomontanos, a corto o mediano plazo, este eufórico escalón hacia el progreso con una próxima crisis por la falta de agua?
Veremos en el futuro cercano quién tenía razón.
xgt49@yahoo.com.mx
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