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13 de diciembre de 2022

Muerte de Barbosa y la sucesión








La historia es cíclica. A casi 4 años de distancia, 
en Puebla otra muerte y nueva sucesión del poder. Una personal definición de política es que “es el arte de combinar circunstancias, hombres y decisiones”. A una circunstancia dada hay que destinar a un hombre, y alguien, o algunos tienen que tomar las decisiones. Así en muchas instancias de poder. Puebla por segunda ocasión se queda sin gobernador. Faltaban 11 días para que se cumplieran 4 años de la muerte de la gobernadora Martha Érika. 


 El gobierno estatal se queda acéfalo y quedan dos años exactos para terminar el periodo de Luis Miguel Barbosa.
 El señor Barbosa estaba enfermo. Una versión confiada a este espacio refiere que el último fin de semana tuvo una celebración privada y que derivado de ello se habría agudizado hasta un punto crítico su problema diabético.




 Complemento de esta referencia hipotética es el hecho de que se habla de un severo conflicto familiar, con los efectos letales que esto suele provocar a un paciente con diabetes. Sea o no, se trata de un personaje que no estaba en condiciones óptimas de salud. Más de una vez se especuló sobre el agravamiento de sus problemas y se comentó que por esta razón vivía permanentemente bajo el cuidado de al menos 6 médicos, algunos de ellos cubanos. Una muerte abrupta como esta suscita un número infinito de interpretaciones y especulaciones. 



De todos los tonos. Lo único real es que en Puebla el poder máximo se queda sin cabeza y hay que designar a quien lo ocupe. Ya se sabe, no hay vacíos de poder, estos se llenan en el corto o cortísimo plazo. Primero vendrá el o los juicios sobre el gobernante muerto. Todo fallecimiento es lamentable, por principio.




 Después, eufemísticamente se solía decir que “tendrá que venir el juicio de la historia”. Una frase cortés que elude el tema queriendo ser prudente. Lo cierto es que si la gente se sienta a esperar, el juicio y la tal historia nunca llegan. O nadie tiene el reloj en la mano para decir cuál es el momento exacto para juzgar.



 Entonces, procede una revisión así sea primaria, no exhaustiva, del estilo de cuatro años de gobierno. Dada la condición vulnerable del gobernante, por la diabetes y la disminución visual, se comentaba ampliamente que la señora esposa llevaba en buena medida el control de su agenda.



 Y mucho más que eso. Un primo del propio gobernador tenía, asimismo, un alto poder de influencia y decisión en los asuntos del segundo nivel, la Secretaría General de Gobierno. Hubo un personaje que al laborar como titular de la Consejería Jurídica del Gobierno, cubría mucho terreno, por decisión propia del señor Barbosa. 




Pero Ricardo Velázquez dejó el cargo hace más de un año y entonces fue el propio gobernador quien asumió una carga verdaderamente abrumadora. No se supo que tuviera un equipo brillante de colaboradores, en parte porque el control absorbente del poder lo centralizaba todo en su persona. Baste recordar que en todo este lapso hubo más de veinte cambios en el gabinete estatal.



 Muchos relevos de funcionarios de primer y segundo nivel tuvieron un epílogo policiaco, persecutorio, casi virulento. Y varios de los defenestrados pasaron del despacho a la cárcel. 



 El estilo personal de gobernar fue rudo. No se cuidaban las formas ni el lenguaje. Y los destinatarios fueron todos: sus colaboradores, funcionarios federales, los empresarios, desde luego los periodistas, sus opositores y prácticamente todo aquel que no compartía sus ideas y modos de entender el poder. 


 Del equipo del gobernador se dijo siempre que era gris y sumiso. Y que en ese ambiente é.l tenía un brillo refulgente. Con ese concepto y formas de ejercer el poder, al cabo de cuatro años que se cumplen justo en estos días, la entidad marchaba casi bajo el efecto de la inercia.



 Su popularidad siempre hizo que el gobernador estuviera en los últimos lugares de la lista de los 32 gobernadores del país, hasta hace unos días que una reciente clasificación lo situó entre los lugares 27 y 29. No existe referencia de obras notables en la geografía poblana, y si las hay no se conocen.


 Dándole vuelta a la hoja, por ahora, viene el tema de la sucesión en el palacio de gobierno. Cuando se produce un suceso así, es obvio que la designación del gobernador sustituto escapa al nivel del estado y apunta a la cabeza de la pirámide del poder nacional, el presidente. Naturalmente, se entiende que analiza las circunstancias, revisa la situación política de la entidad, presente y futura, y con base en ello coloca la pieza sustituta. Desde luego, se sigue el protocolo que la ley local establece. 



 Así, ayer mismo la imaginación de eso que ocurre en los altos niveles del poder, apuntó que en el proceso de consulta federal se conocería la opinión de personajes de origen poblano pero ubicados en los altos círculos del poder nacional. Es el caso de Manuel Bartlett, Alejandro Armenta, y Nacho Mier, por ejemplo.



 Y en segundo término a quienes tienen niveles de responsabilidad en Puebla, como la Secretaria General de Gobierno y el coordinador del Congreso del Estado. Y se especula que en un primer filtro podrían pasar a revisión para ocupar la gubernatura poblana Carlos Meza Viveros, Sergio Salomón Cespedes, Luis Antonio Godina y alguna dama. El tiempo aproxima el momento de las decisiones y en las próximas horas se irá despejando el panorama. Aquí lo habremos de comentar. Descanse en paz el gobernador Luis Miguel Barbosa. xgt49@yahoo.com.mx
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