Al minuto

Ser empático frente a las artesanías nos humaniza.


SABERSINFIN.
Abel Pérez Rojas
“No es una cosa hecha a mano, es un pedazo del corazón del autor”.

Demeritamos lo que hacen los otros porque no nos damos cuenta del valor que tiene su obra o porque fingimos no percatarnos del mérito que implicó su realización.
De ser el primer caso podría tratarse de cierto grado de adormecimiento, por ello no nos percatamos de la riqueza incalculable de lo que nos rodea a pesar de ser cotidiano a nuestro entorno.
Si se trata del segundo, fingir que no hay mérito en lo que hacen los demás, podría tratarse de no tener los suficientes escrúpulos para aquilatar la otredad y su obra.
Reflexiono todo esto mientras me topo de frente con una imagen publicada en el grupo Psiconautas de Facebook.
La fotografía retrata sin mayor contexto un cartel escrito a mano que dice:
“Cuando compras algo hecho a mano estás comprando mucho más que un objeto, estás comprando horas de experimentos y fracasos, estás comprando días-semanas y meses de trabajo. No compras una cosa, estás comprando un pedacito del corazón de otra persona”.
No hay forma ni intención de debatir lo que ahí se dice.
Se entiende que el autor o los autores del cartel están tratando de que hagamos consciencia del valor de lo artesanal, de lo que se fabrica sin contar con un gran capital detrás ni con la infraestructura que despersonaliza los artículos que se hacen a gran escala, en líneas de producción en las que los humanos cada vez son menos.
Más valor tiene aquello que está hecho a mano cuando se tratan de artesanías indígenas, o resultantes de la aplicación del saber colectivo como es el caso aquí en México de algunos teñidos o tejidos.
Sin entrar de lleno al tema tan interesante de la economía artesanal, sí es importante reflexionar sobre nuestra insensibilidad frente a lo que nos rodea.
A la par de cada cosa que alguien fabricó con sus propias manos hay una parte de la historia de esa persona.
Cuando adquirimos una artesanía nos estamos llevando alegrías, tristezas, triunfos y fracasos de alguien, en eso descansa el respeto que debemos guardar hacia ese tipo de productos.
Por otra parte, observa que el respeto que nos merecen los objetos artesanales es un reflejo de nuestra relación con la naturaleza y de cómo vivimos nuestras relaciones humanas.
Es muy probable que quien no se percate de esto que te vengo diciendo trate a la naturaleza –vegetación, agua, aire- como si fuera de su propiedad, y a las personas tan fría y calculadoramente como si se tratase de piezas de ajedrez.
Tratar de comprender el valor de lo artesanal es una forma de sensibilizarse para aspirar a ser humanos en la extensión de la palabra. Es una especie de entrenamiento que está a nuestro alcance y que podemos transmitir a las futuras generaciones de forma sencilla y práctica.
¿O no?


Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo. ¿Estás dispuesto?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com

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