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En Los Pinos se decidirá si se acepta o se rechaza alianza del PRI poblano con RMV




■ CUITLATLÁN.Por Fermín Alejandro García.


Hoy por la tarde, por enésima vez, en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, habrá un intento de elegir al candidato a la gubernatura de Puebla. Más allá del nombre, lo que se decidirá es si el tricolor pacta con del ex mandatario Rafael Moreno Valle Rosas o realmente sale solo a pelear los votos en los comicios del 1 de julio, que incluiría buscar derrotar al morenovallismo.

La decisión no se tomará en el CEN priista y mucho menos por el consenso de los cinco aspirantes a la candidatura, sino será una determinación que se asumirá en Los Pinos, que es donde ha ido a tocar las puertas Rafael Moreno Valle Rosas para gestionar una tentativa alianza entre el morenovallismo y José Antonio Meade Kuribreña, el virtual aspirante presidencial del tricolor.

En su papel de coordinador de facto de la campaña de Meade, el presidente Enrique Peña Nieto es quien, junto con el poderoso canciller Luis Videgaray Caso, estarían evaluando el alcance real del doble papel que estaría queriendo jugar Moreno Valle: de ser promotor al mismo tiempo de un posible triunfo de Meade y de su esposa Martha Erika Alonso Hidalgo en territorio poblano.

¿Qué tantas posibilidades hay de que avance ese perverso proyecto?

Son muchas las posibilidades. Por lo menos se perciben tres razones de peso:

Primero: la necesidad que existe desde Los Pinos de frenar un posible triunfo de Andrés Manuel López Obrador, el aspirante de la coalición “Juntos Haremos Historia”, pero no por la vía del PRI, pues el aspirante priista Meade Kuribreña ha resultado un fracaso al no ser un personaje popular y con arranque político, sino de hacer alianzas con cacicazgos regionales –sin importar su afiliación partidista– para formar un bloque de poderes fácticos que salgan a descarrilar la campaña del tabasqueño.

Y en ese escenario, se inscribe la posibilidad de que en Los Pinos busquen la ayuda de Moreno Valle.

Segundo: por la debilidad y mediocridad de los cinco aspirantes priistas a ser el candidato a la gubernatura: Enrique Doger Guerrero, Jorge Estefan Chidiac, Juan Carlos Lastiri Quiros, Lucero Saldaña y Javier López Zavala, quienes no han tenido el carácter para ser –por separado o en grupo– verdaderos opositores al morenovallismo.

Los cinco aspirantes son tan débiles, que si desde Los Pinos les dicen que se disciplinen a los intereses de Moreno Valle, lo van a hacer.

Algunos de ellos han amenazado con irse del PRI si este partido se vuelve a entregar al control de Moreno Valle, pero nadie les cree, ya que ninguno ha demostrado en el pasado la capacidad de rebelarse o de tener un liderazgo propio.

Tercero: la mayor parte de la estructura electoral del PRI la controla el morenovallismo. El tricolor es un partido sumido en el marasmo y sin liderazgos.

Con esa condición, es oportuno preguntarse: ¿tiene el PRI la capacidad de derrotar el morenovallismo?

Todo indica que no, al ser una fuerza política sin cohesión de sus grupos internos, sin el carácter de para ser oposición al morenovallismo, sin liderazgos y con un candidato presidencial en picada.

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