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Telecomunicaciones, nada es para siempre

      Telecomunicaciones, nada es para siempre




Por Martín Vera
Doctor en gobierno y administración pública
Universidad Complutense de Madrid


La reforma secundaria en telecomunicaciones está a debate. Como muchas de las propuestas de cambios en los últimos años, frente a rezagos de décadas, se presenta compleja y polémica. De hecho, es difícil analizarla bajo un solo criterio. En esta época, las comunicaciones y sobretodo las electrónicas, ya no son sólo medios de comunicación, sino que tienen que ver con cosas tan disímbolas como la libertad de expresión, la estabilidad política, la economía, la cultura, la apertura global, los derechos de los consumidores, además de la seguridad nacional y la seguridad pública.

Todo ello en un solo paquete.

Por eso, el debate en el Congreso apenas es el inicio. La parte más complicada será la elaboración y aplicación de la reglamentación por parte de los órganos reguladores del Estado. Ahí se medirán verdaderamente las fuerzas.

Como ejemplo de esa complejidad, la propuesta pretende que el desarrollo de tecnología ayude a inhibir delitos, mediante mecanismos de espionaje de comunicaciones ciudadanas o de empresas por parte del Gobierno, que puede ir desde monitorear hasta registrar toda la actividad de los teléfonos y las computadoras, como ver su información, de dónde a dónde se envía dicha información, una llamada, un mensaje corto o un WhatsApp. El 1984 anticipado por George Orwell.

El operador deberá conservar estos datos hasta por dos años más, aunque el candado está en que el Gobierno tendría que pedir permiso a las compañías para consultarla, cosa que hoy no tiene procedimientos claros y está sujeto a la discrecionalidad.

Un punto relevante es que el impacto y la violencia de los videojuegos, se busca atender con un reglamento federal para su comercialización, con una clasificación similar a la que otorga actualmente a películas, series de televisión y teatro.

Un excelente avance, sin duda, es que la portabilidad del número telefónico será más ágil, ya que sólo se requerirá la identificación del usuario y la manifestación de voluntad para cambiar de operador telefónico conservando el mismo número y en un solo día hábil.

No hay que dejar de lado que por primera vez habrá multas relevantes, que pueden ir hasta el 10% de los ingresos anuales de los operadores, o 20% por reincidencia, lejanas a las pobres sanciones de la ley actual. Se calcula que ellos pueden tener multas hasta por más de 4 mil millones de dólares.

Son sanciones ejemplares, que, de aplicarse, como en los países desarrollados, mejorarán mucho el respeto al marco legal.

La reforma contiene muchos cambios. A nadie convenía, ni al país, ni a los consumidores, ni a las empresas el marco jurídico obsoleto y opaco, totalmente incongruente con la complejidad del mundo moderno. Es un avance histórico que el Estado cree instituciones y regulaciones actualizadas.

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