RMV, en caída libre
Por Enrique Núñez
En medio de la vorágine mediática en la que se ha hundido la imagen del gobernador Moreno Valle, han surgido infinidad de manifestaciones periodísticas, en las cuales abundan el descrédito para el gobernador de Puebla y unas cuantas en defensa del propio nieto del general.
Para entender las dimensiones de esta polarización de plumas y para no herir susceptibilidades en el ámbito local, han destacado las columnas que consignan la prepotencia y autoritarismo de Moreno Valle contra una cuantas que intentan defender el operativo policiaco que provocó la muerte del niño José Luis Tehuatlie.
Para no ir lejos, tomaré un fragmento de la columna de Raymundo Riva Palacio —considerado por mi amigo Mario Alberto Mejía como el mejor periodista de México—, quien define a la perfección el perfil y la crisis que hoy vive Moreno Valle.
Rafael Moreno Valle es un político peculiar y de los que pocos hay. Nacido entre sábanas de seda y con un linaje político que sólo la corta memoria ocultan lo desastroso que son sus antecedentes en el servicio público, tiene la característica de la bipolaridad política, exacerbada desde que es gobernador de Puebla, caprichoso, intempestivo, acostumbrado a que las cosas salgan sólo como las quiere, y que ante cualquier contratiempo, monta en cólera…
Moreno Valle tiene un terrible estilo de mandar. Son famosas las anécdotas de cómo insulta a sus colaboradores, cómo los maltrata tirándoles objetos para descargar su furia, o cómo, en plena carretera, ha bajado del automóvil a sus más cercanos porque las cosas que encargó no salieron como las quería. Delicado, se puede decir, desde niño. Estudió en Lycoming Colege, en Pennsylvania, que es una de las más antiguas y exclusivas de Estados Unidos, las licenciaturas de Economía y Ciencias Políticas, y en la Universidad Anáhuac Ciencias Religiosas, que le dieron cuerpo a su nombramiento como diácono. En la Universidad de Boston estudió el doctorado de Leyes.
Pero con la formación y la inteligencia creció también su intolerancia y prepotencia. Pagado de sí mismo, no puede uno imaginarse si la pesadilla política que ha vivido en los últimos días, le probó que no era invencible, ni intocable. Que es tan mortal y vulnerable como todos, y que la soberbia, que carga como medalla al pecho, provocó que nadie, entre sus aliados en el PAN, o sus nuevos aliados en el PRD, dieran la cara por él.
Y al igual que Riva Palacio, las principales plumas de este país han reprobado al mandamás poblano, quien ha generado la reprobación total de los principales grupos de poder en México, además de las bases sociales que ven en Moreno Valle a un represor absoluto.
Si ponemos en una balanza a los defensores del morenovallismo contra todos aquellos que desprecian a su gobierno, nos daremos cuenta de que la credibilidad del actual gobierno pone en riesgo para su causa la elección de 2016.
No es casual que en la encuesta del BEAP, el gobernador poblano haya caído de manera estrepitosa, después de haber estado en los mejores lugares de aprobación dentro de los gobernantes de todo el país.
Para nadie es un secreto que la crisis morenovallista pondrá en riesgo las elecciones en los 16 distritos federales de 2015, pero particularmente la de gobernador en el 2016, en la cual el PRI sabe que le puede arrebatar la gubernatura.
No hay que ser genios para entender que Moreno Valle apostará su vida con tal de mantener el poder en el 2016; sin embargo, hoy más que nunca la crisis del gobernador será aprovechada por la fuerza presidencial, la cual tratará de darle la puntilla a las aspiraciones presidencialistas del viejo régimen morenovallista.
La pluma de Riva Palacio resume y define al gobernador y eso es una radiografía de lo que podría marcar el futuro político de Puebla.
Ni más ni menos.
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