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#LeyBala también mató al Tripack; peor crisis desde el Lydiagate de Marín

#LeyBala también mató al Tripack; peor crisis desde el Lydiagate de Marín





Por: Alejandro Mondragón



El Tripack —convenio publicitario único del gobierno del estado, Ayuntamiento de Puebla y la BUAP con los medios de comunicación locales— murió en el preciso momento que una bala de goma policiaca atravesaba la cabeza de un menor en Chalchihuapan la tarde del miércoles 9 de julio.

Por más que —como al menor— se intente mantenerlo en estado vegetativo, conectado artificialmente, el Tripack fue incapaz de enfrentar la primera gran crisis de credibilidad del gobierno de Puebla.

Sus promotores insistirán en su vigencia hasta el año fiscal 2014, seguro inventarán otra chingadera en 2015, pero la señal que deja tanto al alcalde Tony Gali y al rector de la BUAP, Alfonso Esparza, es que en su momento ellos también pueden caer.

Las crisis en la ciudad y universidad ya tienen forma.

El gobernador Rafael Moreno Valle se quedó solo ante el descrédito nacional e internacional de la Ley Bala, primero por la incapacidad de su equipo en la operación política, pero segundo porque en contrasentido, los medios de comunicación creyeron que el silencio también aplicaba para la gestión morenovallista.

Ninguno de sus columnistas estrella lo defendió ni debatió cuando la agenda mediática estaba —y sigue— en poder de los críticos.

Amén de tratarse de un acuerdo anticonstitucional, el Tripack venía malito de su concepción. Fue elaborado a partir de filias y fobias. Aliados y enemigos. De caricatura.

Moreno Valle no sólo compró la idea que le fue inculcando su primo Marcelo García Almaguer, sino que la perfeccionó con Fernando Crisanto y el tal Alcudia, ¿alguien sabe su nombre?

El eje central fue silenciar a los medios aliados y aislar hasta exterminar a los incómodos. Con la crisis de la Ley Bala, el gobernador le hizo un gran favor a sus críticos, pues los dejó fuera del sometimiento brutal hacia sus aliados.

Si cuando se puso en marcha el Tripack hubo periodistas que presumían haber entrado al cielo, porque les habían hecho el favor de meterlos, ahora ya no saben cómo salir, porque al final de cuentas informar por consigna desnuda a los medios.

Del cielo al infierno. Ser medio Tripack ya apesta a cadáver en términos de las audiencias.

Seguramente los genios en el poder se inventarán alguna otra chingadera para intentar desaparecer a los incómodos, porque ellos jamás se equivocan, pero los primeros damnificados de esta crisis son los medios del Tripack.

Usar la propaganda como política de comunicación tiene sus costos. Ya no alcanza para defender a quien tiene su proyecto de grandes ligas 2018.

Tampoco basta repetir una mentira mil veces. Los medios incómodos lograron contrarrestar el aislamiento por la vía de las redes sociales, reales cómplices de la libertad de expresión.

Su presión fue notable. Acercaron a los incómodos con la opinión publicada de influencia nacional e internacional.

¿Quién fue el que propuso al gobernador callar una semana para que el tema se fuera perdiendo?

Ese debe renunciar.

Eso de que si tenemos a casi todos los medios locales sometidos, pues hay que silenciarlos. Ahí están las consecuencias: una semana después salen para defender la versión oficial de los hechos en Chalchihuapan con todo el descrédito que ello conlleva.

Gracias, neta, gracias.

NOTA BENE:

Y a Tony Gali y Alfonso Esparza, cómplices del Tripack, ¿quién podrá defenderlos en medios ante la nueva escalada de escándalos que padecerán?

Con un gobierno del estado en la peor crisis de credibilidad desde el escándalo de Lydia Cacho contra Mario Marín, los van a dejar morir solos.

Cada quién asume las consecuencias de sus actos.

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